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viernes, 14 de noviembre de 2014

Siete Días en la ONU: Una experiencia inolvidable/ en Las Memorias de Don Godo (20)



Siete Días en la ONU: Una experiencia inolvidable/ en Las Memorias de Don Godo (20)
Por Luis Godofredo Pichardo/Editor de PNS Noticias Blogspot/ Revista Nuevo Mundo/ & Revista Ventana Católica
  Comencé  a escribir la columna Siete Días en la ONU, con recortes de periódicos, y  revistas, no tenía otras fuentes. Pero estando acreditado en la prensa en Washington y en Departamento de  la policía de Nueva York, como corresponsal extranjero, decidí visitar la sede de las Naciones Unidas y me dirigí al departamento de prensa, es una oficina inmensa y con un movimiento permanente extraordinario, allí se mueven centenares de periodistas acreditados de todas las naciones miembros de la ONU.
 
Este es el logo de la ONU y lo usamos en el cabezal de nuestra columna
No tuve inconvenientes para que me dieran mi acreditación, el único requisito era que estuviese acreditado en Washington y lo estaba, recuerdo que era un carné azul con el logo mundial de la ONU.
  Ya acreditado en la ONU y reportando para diversas publicaciones pude reforzar mi columna Siete Días en la ONU, allí hay un mundo de informaciones increíbles, no sólo las informaciones del día, sino que hay documentos de toda clase y cualquier periodista entusiasta puede desarrollar una labor múltiples de su función  de reportero o corresponsal extranjero.
Esta es la sede de la ONU en Nueva York
  Tenía tanta información disponible que la columna me quedaba corta. Yo tenía mi oficina de redacción en Broadway, y la calle 54, donde funcionaba también la agencia informativa PNS, y la redacción de la revista Nuevo Mundo, desde allí me desplazaba al edificio principal de la ONU diariamente.
  En la misma esquina de la calle 54 y Broadway, abordaba el autobús  que me dejaba al frente de la entrada principal de la ONU, esa era una labor que me gustaba realizar, acostumbraba almorzar en una de la cafetería para visitantes que estaba ubicada en el primer nivel.
  Desde la mesa donde me sentaba,  contemplaba a tantas gentes diferentes, con vestuarios elegantes y  representativos de sus diferentes países. Siempre creí  que los africanos eran mayoría en la ONU, porque había una enorme cantidad de personas como visitantes y laborando en el organismo mundial.
  Aprovechaba esas visitas a la ONU para dar un vistazo a la Embajada cubana y cuando ya me retiraba pasaba por la Embajada dominicana, que ambas quedan fuera del edificio principal; y contrario a lo que ocurría en la sede diplomática cubana, donde se sentía el calor humano, donde nos brindaban toda clase de atenciones y sobre todo mucha información fresca, interesante y de primera mano.
  En la sede diplomática dominicana todo era hermetismo, frialdad, falta de atenciones, nunca tenían nada que informar y a los empleados y funcionarios se les observaba muy despreocupados, pero sí lamentándose siempre, porque el salario era bajo y porque la Cancillería dominicana le retenía el pago por falta de fondos hasta por varios meses en ocasiones.
  Solía caminar a pié por la calle 42 hasta la Tercera avenida. Allí había una plazoleta comercial y me gustaba comprar mis corbatas en ese lugar, pues eran de buena marca y calidad y la vendían a tres por diez dólares.
  Luego de caminar un buen trecho en la misma 42 abordaba el autobús y regresaba a mi oficina después del mediodía. No he olvidado nunca los jardines y bosques ambientales que rodean el complejo habitacional donde funciona la sede de la ONU, allí solía sentarme frente al río que circunda la estancia a contemplar la vista panorámica del histórico boro de Queens. Son muchos los recuerdos inolvidables que guardo en mi memoria de esa época dorada del periodismo en Nueva York.@

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