La Tabacalera por dentro en la década de los
ochenta
Por Luis Godofredo
Pichardo/Editor de PNS Noticias/Revista Nuevo Mundo/ & Revista Ventana Católica/ Blogspot
La filosofía del gobierno constitucional que
encabezó el fenecido doctor Salvador Jorge Blanco, hacía hincapié en la
anticorrupción, y el mismo presidente, cuando conversaba con sus amigos y
colaboradores les recomendaba que en su gobierno “todo el mundo tenía que
actuar con las manos limpias”.
Se hizo una costumbre del pensamiento del
jurista Jorge Blanco, mientras se estaba en la campaña electoral y en los
primeros tres meses de su gobierno.
Recuerdo, que cuando el Presidente me iba a
designar en la Tabacalera,
como director de publicidad, se presentó un obstáculo que generó fricciones entre
los viejos servidores de la Compañía Anónima
Tabacalera (CAT) y el propio presidente, los magnates del tabaco que se habían
apoderado de la empresa estatal promovían y creían que ese era un patrimonio de
su propiedad.
Bajo este techo hubo mucha corrupción y complicidad |
Se formó un grupo de leales al Presidente,
una especie de comisión subterránea para vigilar los movimientos económicos de la CAT y de sus enquistados
funcionarios, trabajamos con desvelo en el encargo, pero cuando le llevamos el
primer informe de corrupción y latrocinio al Presidente, en su residencia de
Santiago, había en la terraza donde nos recibió un amigo de Salvador, que más
que un amigo, parecía un consejero o colaborador subterráneo,
cuando el gobernante recibió el informe y se lo comentó a ese personaje, una
persona anciana, éste le comentó no te meta en ese asunto, eso viene de muy
lejos y tu sólo tiene meses gobernando.
Salvador J. Blanco quiso ser honrado y gobernar con manos limpias...pero no se pudo |
En mi tarea de encargado de publicidad
exterior se me ordenó viajar a la
Romana a investigar el destino de unos materiales de
construcción que se habían extraviado, conversando con personas del entorno
donde debían estar los materiales me informaron quien lo había vendido a otra
compañía y que autor de la venta era un cantautor muy reconocido y muy
considerado por el personal administrativo de la CAT.
Cuando rendí el informe se armó un reperpero
que por poco me expulsan de la empresa, pero fui donde el administrador y le
dije, usted es responsable de mi trabajo y si algo me sucede denuncio todo lo
que hemos descubierto, incluyendo el informe privado que le llevamos al
presidente.
En otra ocasión investigué otra desaparición
de materiales que la CAT
no sabía donde estaban, lo encontré en unos talleres en la avenida 27 de
Febrero en Santiago y ocurrió lo mismo,
lo silenciaron, porque los herreros propietarios del taller y quien depositó el
material de construcción eran amigos y se iba a armar un escándalo.
Me ordenaron seguir unos obreros que
trabajaban en la CAT
fabricando unos carritos de madera que obsequiaba la compañía y en las bases de
los letreros comerciales que la empresa donaba los comerciantes, a través de mi
departamento, descubrí a dos o tres infelices que se robaban unos galoncitos de
pintura, y algún tipo de material de
poca monta y bajo precio, cuando lo informé a la administración, dijeron que había que meterlos preso, les
dije, que porqué a ellos y no a los de cuellos blancos que pululaban por toda la CAT.
Como yo no tenía el control ni la autoridad
para intervenir, la administración lo
mandó a encarcelar. Aunque los libertaron tres o cuatro días más tarde, me
pareció una injusticia y un abuso. Uno de los escándalos de corrupción más
asqueantes que ocurrían en la
CAT se daba con unos
supuestos cosecheros de tabaco, le daban el dinero para la cosecha, éstos como
eran amigos y socios de funcionarios de la CAT, nunca sembraban tabaco y empleaban ese
dinero para otro cosa, la cosecha siempre se malograba y me contaron viejos
empleados que ese financiamiento seguía
por tiempo indefinido.
La plana mayor de la CAT nunca me aceptó y al
parecer me cuidaban desde todos los ángulos y hasta me pusieron un par de
cascaritas haber si yo resbalaba, una empresa de la capital quiso negociar un
contrato millonario a cambio de la mordida, como era natural, me negué y desde
ese momento me tenían en salmuera como dicen por ahí.
Otros empresarios me invitaron a comer y me
propusieron renovar un contrato, me negué y la reacción administrativa fue
terrible, me cerraron todos los caminos,
pero nunca protesté, porque estaba en la
CAT como si estuviese de vacaciones.@
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