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lunes, 24 de noviembre de 2014

Corrupción y complicidad en la CAT en el gobierno del PRD en los 80


La Tabacalera por dentro en la década de los ochenta
Por Luis Godofredo Pichardo/Editor de PNS Noticias/Revista Nuevo Mundo/ & Revista Ventana Católica/ Blogspot
  La filosofía del gobierno constitucional que encabezó el fenecido doctor Salvador Jorge Blanco, hacía hincapié en la anticorrupción, y el mismo presidente, cuando conversaba con sus amigos y colaboradores les recomendaba que en su gobierno “todo el mundo tenía que actuar con las manos limpias”.
  Se hizo una costumbre del pensamiento del jurista Jorge Blanco, mientras se estaba en la campaña electoral y en los primeros tres meses de su gobierno.
  Recuerdo, que cuando el Presidente me iba a designar en la Tabacalera, como director de publicidad, se presentó un obstáculo que generó fricciones entre los viejos servidores de la Compañía Anónima Tabacalera (CAT) y el propio presidente, los magnates del tabaco que se habían apoderado de la empresa estatal promovían y creían que ese era un patrimonio de su propiedad.
 
Bajo este techo hubo mucha corrupción y complicidad
Cuando visité a la CAT por primera vez era un neófito en materia de tabaco, pero no en materia de publicidad o de relaciones públicas. El Dr Jorge Blanco, cuando me iba a nombrar como director de publicidad, me dijo, Pichardo, usted conoce la filosofía de mi gobierno,  en cuánto a la corrupción, le respondí que contara con mi lealtad y mi honradez, que hasta ese momento no se había resquebrajado, y aún hoy puedo afirmar y dar testimonio de lealtad y honradez, de mi persona.
  Se formó un grupo de leales al Presidente, una especie de comisión subterránea para vigilar los movimientos económicos de la CAT y de sus enquistados funcionarios, trabajamos con desvelo en el encargo, pero cuando le llevamos el primer informe de corrupción y latrocinio al Presidente, en su residencia de Santiago, había en la terraza donde nos recibió un amigo de Salvador, que más que  un amigo, parecía  un consejero o colaborador subterráneo, cuando el gobernante recibió el informe y se lo comentó a ese personaje, una persona anciana, éste le comentó no te meta en ese asunto, eso viene de muy lejos y tu sólo tiene meses gobernando.
 
Salvador J. Blanco quiso ser honrado y gobernar con manos limpias...pero no se pudo
Creo sin temor a equivocarme que hasta ahí llegó la doctrina filosófica anti-corrupción del gobierno perredeísta. Puedo hablar por lo que ví, escribí y por lo que investigué. Me hice la ilusión de que estaba sirviendo a una administración pública honrada, pero que decepción me llevé en mi propia nariz. En la Tabacalera de esa época donde fui a trabajar se traficaba de todo, se robaba de todo y lo peor de la situación,  era que nadie sabía nada, todo el mundo estaba ciego y había una complicidad pasmosa.
  En mi tarea de encargado de publicidad exterior se me ordenó viajar a la Romana a investigar el destino de unos materiales de construcción que se habían extraviado, conversando con personas del entorno donde debían estar los materiales me informaron quien lo había vendido a otra compañía y que autor de la venta era un cantautor muy reconocido y muy considerado por el personal administrativo de la CAT.
  Cuando rendí el informe se armó un reperpero que por poco me expulsan de la empresa, pero fui donde el administrador y le dije, usted es responsable de mi trabajo y si algo me sucede denuncio todo lo que hemos descubierto, incluyendo el informe privado que le llevamos al presidente.
  En otra ocasión investigué otra desaparición de materiales que la CAT no sabía donde estaban, lo encontré en unos talleres en la avenida 27 de Febrero en Santiago y  ocurrió lo mismo, lo silenciaron, porque los herreros propietarios del taller y quien depositó el material de construcción eran amigos y se iba a armar un escándalo.
  Me ordenaron seguir unos obreros que trabajaban en la CAT fabricando unos carritos de madera que obsequiaba la compañía y en las bases de los letreros comerciales que la empresa donaba los comerciantes, a través de mi departamento, descubrí a dos o tres infelices que se robaban unos galoncitos de pintura, y algún tipo de  material de poca monta y bajo precio, cuando lo informé a la administración,  dijeron que había que meterlos preso, les dije, que porqué a ellos y no a los de cuellos blancos que pululaban por toda la CAT.
  Como yo no tenía el control ni la autoridad para intervenir,  la administración lo mandó a encarcelar. Aunque los libertaron tres o cuatro días más tarde, me pareció una injusticia y un abuso. Uno de los escándalos de corrupción más asqueantes  que ocurrían  en la CAT se daba con  unos supuestos cosecheros de tabaco, le daban el dinero para la cosecha, éstos como eran amigos y socios de funcionarios de la CAT, nunca sembraban tabaco y empleaban ese dinero para otro cosa, la cosecha siempre se malograba y me contaron viejos empleados  que ese financiamiento seguía por tiempo indefinido.
  La plana mayor de la CAT nunca me aceptó y al parecer me cuidaban desde todos los ángulos y hasta me pusieron un par de cascaritas haber si yo resbalaba, una empresa de la capital quiso negociar un contrato millonario a cambio de la mordida, como era natural, me negué y desde ese momento me tenían en salmuera como dicen por ahí.
  Otros empresarios me invitaron a comer y me propusieron renovar un contrato, me negué y la reacción administrativa fue terrible, me cerraron  todos los caminos, pero nunca protesté, porque estaba en la CAT como si estuviese de vacaciones.@

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