Los Ángeles terrenales de, Maimón, Puerto Plata, al rescate de los automovilistas averiados
El domingo 5 de septiembre
salí temprano con la familia con destino a la ciudad turística de Puerto Plata,
saliendo a las 10: Am y llegando a las 12:p.m, nos sentamos en las banquetas
del malecón a disfrutar de las brisas salinizadas y frescas que procedías del
mar atlántico.
Una hora más tarde decimos
ir a degustar el almuerzo, ligero, ya que andamos vacacionando por el entorno
marino puertoplateño.
Todo marchaba a pedir de
boca como se dice en el argot popular. Luego del almuerzo, nos quedamos al
borde del malecón disfrutando de ese
baño impactante que hasta el espíritu lo remueve con sus sales minerales que
vienen envueltas en la brisa acogedora que sale del firmamento marino.
Más tarde, decidimos ir a
saludar a la estilista de belleza Felicia Martínez, quien disfrutaba del
domingo caluroso bajo una frondosa mata de almendra y otros árboles tropicales.
La acompañaban su hermana
Jacoba, su hijo Franklyn, y su yerna Nina. Charlamos, tomamos café, y luego
emprendimos el viaje de regreso Puerto Plata –Santiago, todo aparentaba normal,
pero el carro que nos lleva y nos trae por doquier, comenzó a calentarse, hasta perforar el radiador.
Con cuidado y esfuerzo
logramos llegar a la comunidad de pescadores de Maimón, un lugar popularísimo
por tres razones fundamentales, primero por su bello entorno tropical, segundo,
por la actividad económica que produce la venta de pescado frito, horneado, u hervido,
se sirve a la cata y al gusto del cliente, el precio del servicio es asequible,
y el pescada de alta calidad.
La tercera razón, y por la cual
escribimos este artículo, es el hecho de encontrarnos con un grupo de jóvenes
mercaderes de artículos artesanales, que están establecido en lo que la gente
común llama la (la parada del pescado en
Maimón).
Llegando justo a ese lugar
el carro no quiso continuar, y con un fuerte hedor a quemado, el radiador se
había perforado, al salir del hogar no nos percatamos de si tenía agua
suficiente, y como tal tuvimos que afrontar las consecuencias.
Soy comunicador de larga
data, más de medio siglo de experiencia, la mayoría de periodistas es un tanto escéptica
en cuanto a la creencia religiosa, pero no es mi caso, soy militante católico
desde mi niñez, y creyente fervoroso en nuestro señor Jesucristo, esa condición
me permite creer que Dios envía a sus ángeles guardianes a cualquier lugar y en
cualquier momento.
Un grupo de jóvenes
vendedores de artesanía se lanzó sobre el carro nuestro que se había accidentado,
y hasta con botellas de agua lograron bajar la temperatura altísima del motor
del vehículo, y hasta que no tuvieron convencidos de que podíamos continuar,
estuvieron junto a nosotros ayudando echando agua, trataron de tapar un piche
del radiador con pega, hicieron todo el esfuerzo ayudarnos.
Al término de la velada me
acerqué al líder del grupo y le indiqué que me dijera cuanto costaba el trabajo
de él y sus compañeros: “Me dijo-soy un hijo de familia pobre, pero me criaron
con buenas costumbres, servirles a ustedes, como lo hacemos con los otros que
se accidentan es un placer. Usted no me debe nada, tampoco al resto de mis
compañeros.
Siendo así como nos ocurrió ayer,
como no creer que Dios utiliza a sus hijos para ayudar a sus hijos. Salimos de
Maimón con dificultad, pero esta vez manejaba Franklyn, y me sentía más seguro,
pero el carro no llegó lejos y se volvió a calentar, llamando a Gerardo López,
o su esposa Virginia para que nos orientaran, la señal no entraba, otro milagro
terrenal, cuando interceptaron la llamad nuestra, ya estaban junto a nosotros,
una grúa de la empresa Felucho nos remolcó el carro a Santiago. (PNS).
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