La Metralleta de Don Godo
Por Luis Godofredo Pichardo/
Editor de PNS Noticias/ Revistas Nuevo Mundo/ y Ventana Católica/ Blogspot
Memoria periodística de Don Godo (2):
Revista Mayra: Una iniciativa comunitaria de los años sesenta
Todavía me sigo preguntando, medio siglo después, porqué fracasó la publicación que fundó y
dirigía J. Canoabo Polanco, un joven político emprendedor, pero no visionario
del periodismo del futuro y el presente. Pensé en esa ocasión, la década de los
sesenta, que el ahora doctor en farmacia sería un excelente director periodístico,
ya tenía la base para hacerlo, su revista era moderna y avanzada para la época...
Canoabo era un líder barrial, una mezcla de
político populista y dirigente comunitario, forjado en el populoso barrio de
Pueblo Nuevo, en Santiago de los Caballeros, hijo de una familia humilde, pero
muy trabajadora, católica militante, y él un joven dedicado a sus estudios, por
su activismo dentro del Partido Revolucionario Dominicano ( PRD) donde
militaba, fue becado por el Instituto de Ciencias Políticas de San José de
Costa Rica, allí junto a otros jóvenes dominicanos, del Caribe y América
Latina, estudió política y de ahí surge un liderazgo que desarrolló entre el
PRD donde militaba primero, y el Partido Reformista Social Cristiano ( PRSC)
donde pasó a formar filas y donde
logró determinada influencia
política.
Esta imagen no de la revista Mayra original, pero la colocamos como una referencia, em realidad, esta portada es de una revista argentina |
El doctor Polanco fue un buen fajador y emprendedor a la vez, fundó un
Movimiento Municipal para postularse a la Alcaldía, pero como de costumbre se quedó en la
gatera y no avanzó, pienso que su carácter humanitario y de hombre de bien, lo
condujo a un callejón sin salida, como dije antes un buen fajador, pero un
pésimo armador.
Antes de hablar de mi participación en la
revista Mayra y mi dedicación temporal en la composición de su formato y mi
aporte reporteril, debo confesar, que
pensé por muchos años que el doctor Canoabo Polanco sería un legislador
brillante en la República Dominicana.
Pero como líder político, es timorato, y en política hay que ser
aguerrido, agresivo y en algunos casos abusivos, por eso, tanto él, como quien
escribe, Antonio Aracena, su hermano José, Germán, y otros perredeístas de la
época en que llegó al país el partido blanco el 5 de julio de 1961, se quedó
rezagado y no avanzó, los otros, los agresivos y permisivos escalaron el
estrellato.
Cual era mi papel y que hacía en la revista
Mayra. Debo confesar que estaba muy contento con la publicación, pero en el
fondo sabía, que si no se nutría de la
publicidad necesaria, que para la época se podía conseguir, porque en Santiago
y nuestro país la publicidad se consigue por amiguismo, influencia política, o
por posición económico-social, y esas tres condiciones las reunía el director
de la publicación.
Batallamos por un período de tiempo
razonable, pero como señalé antes, al director le faltaba el impulso que ofrece
la vocación periodística, él no contaba con ella, porque no era periodista, era
político, además de que sus obligaciones
productivas le tenían atados a una
empresa farmacéutica donde laboraba.
Otro detalle importante, cuando mi amigo
Canoabo, me invitó a formar parte de su proyecto, pensé que contábamos con los
recursos suficientes para fines de impresión y sostenimiento del medio en
cuestión, pero no era así, el costo de producción salía de los recursos
personales del director.
Se me encargó viajar a Santo Domingo en
varias ocasiones, en diligencias de la revista Mayra, específicamente a unos
talleres de litografía, a llevar y luego a buscar, las láminas fotográficas que
se iban a publicar en la revista, porque en Santiago no había tales
facilidades. Igual le ocurría a otras
publicaciones santiaguesas de la época, pues a veces teníamos que esperar
semanas, para que nos entregaran las láminas incrustadas en madera y plomo para
que tanto el Lynotipo o la prensa pudieran imprimir sobre el papel, era toda
una verdadera odisea.
También influyó en la desaparición de la
revista Mayra, el hecho de que su director la consideraba como un juguete de
complacencia comunal, le dio prioridad, a los cumpleaños, matrimonios, y actos sociales, lo que derivó en una
publicación con poco interés de lectura general.@
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