Las Memorias de Don Godo: Mis memorias periodísticas ( 1)
Mi debut en
el periodismo: se produjo en La
Información, de Santiago, R.D.
Luis Godofredo
Pichardo/Editor de PNS noticias/Revistas Nuevo Mundo/Ventana Católica
Desde que me alfabeticé en los primeros años
de mi existencia tuve una gran pasión por las letras y en forma especial por el
periodismo, cuando leía temas de la
comunidad, me interesaba en saber quién lo escribía, y cada vez que tuve la
oportunidad de tener un periódico en las manos que fue a partir de la pubertad,
buscaba en el cabezal, quien era el
director, donde se imprimía y hasta memorizaba el nombre de algunos
periodistas.
Esta es la fachada del viejo edificio que alojaba los talleres del diario La Información |
Al inicio de mi carrera periodística encontré
buenos amigos, mejores tutores y excelentes
colaboradores, a tal punto, que el director del meridiano La Información, doctor
Luis A. Franco, hijo del fundador del
diario santiagués, me abrió la puerta de par en par para que comenzara a hacer
mis primeros pininos dentro del diarismo dominicano.
Visité al doctor Franco, la primera vez, en
su despacho de la calle Máximo Gómez, casi esquina 30 de Marzo, detrás de
archifamosa tienda El Gallo, desaparecida desde hace algunos años, donde
actualmente funciona La Sirena,
de la calle Del Sol, y con un gesto muy amable, y como si nos hubiésemos
conocido de antemano, me brindó las páginas del periódico para que comenzara a
publicar mis colaboraciones, un artículo por semana.
Me invadió la alegría, ya que esa era la meta
que me había trazado y desde entonces estoy emborronando cuartillas, esto
ocurrió entre los años 1960 1961, ya que
en noviembre de 1961 emigré hacia los Estados Unidos, y aunque regresé en 1963,
cuando se produjo el golpe de estado al profesor Juan Bosch, ya tenía nuevos
planes y fue entonces cuando comencé a
desarrollar el hábito del diarismo cotidiano, trabajando en la radio y en la
redacción periodística.
Tropiezos y rechazo inicial de mi carrera. Ya
con el visto bueno del director del diario La Información, el doctor
Luis Enrique Franco, me atreví a escribir un mamotreto, el cual pensaba era una
pieza literaria, y lo llevé a la redacción del meridiano, y cuando lo presenté
al encargado de corrección, no me hizo ningún comentario, pero yo observé, que
después de leerlo, lo presentó a un grupo de redactores y periodistas que se
encontraban en la sala de redacción en ese momento.
Luego de cada uno de le dio un vistazo de
mala gana. comenzaron los comentarios. El
rechazo fue total, yo no servía para esa labor, no tenía ni conocimientos
periodísticos, y mucho menos capacidad para convertirme en un buen redactor
periodístico.
Conocía de antemano a algunos de los
periodistas veteranos, y a otros redactores mozalbetes, que apenas si habían
pasado la línea de fuego. Pero lo que más me incomodó y hasta me sentí
humillado, fueron los cometarios y burlas que surgieron del encuentro, un
comentarista deportivo, que no ha pasado de ser un peón mal pagado del periodismo
local, comentó, muchachos, no pierdan el tiempo que este tipo nunca podrá ser periodista. Un
redactor de noticias locales se me acercó y me dijo,….macho, siga para
adelante, así comencé yo, y el resto de la redacción.
Un reportero gráfico, con la cámara en el
puño me preguntó, como es que usted se llama, Luis, respondí, y me expresó, no
te sientas mal, yo tampoco sé hacer fotografías ni entiendo lo que es esta
vaina, sin embargo, me dieron el trabajo y estoy aquí. Cuando estoy dispuesto a salir de la redacción del diario, apareció
el jefe de redacción y me dijo ven acá muchacho, yo estaba sentado en un banco,
convencido de mi derrota y pensando quizás, no vuelvo a escribir ni a inventar con eso del
periodismo.
El jefe de redacción, fallecido desde hace
algunos años, me dijo, sígueme, ven a mi oficina, y cuando llegamos, me mandó a
sentar en una silla, y tomó en sus manos lo que yo había escrito, lo primero
que dijo, muy largo… y siguió leyendo, hasta que agarró un lápiz rojo en sus
manos, y comenzó a quitar y poner, cuando me enseñó lo que quedaba, quedé
sorprendido, una tercera parte de lo que yo había escrito. Te lo voy a
publicar, dijo. Y me recomendó que escribiera corto, claro y preciso, allí
comenzó una gran amistad, hasta que dejó de existir. @
No hay comentarios:
Publicar un comentario