Crónica de hoy en la Metralleta
El cultivo de la ignorancia: El científico Albert Einstein, de origen alemán-judío, nacido el 14 de marzo en Princeton, EE. UU., y muerto el 18 de abril de 1955, afirmaba que todos los seres humanos somos ignorante en demasía, pero que nos distinguía el pensamiento de cada ser humano y el tema que cada quien escogía, que era totalmente diferente.
Los productores radiofónicos: La mayoría de los productores de programas radiofónicos, o televisivos, son gentes que viven confundidas y se creen sus propias fantasías.
Una anécdota reciente e inténsate: Un colega que visitó recientemente a Nueva York y fue entrevistado allí, respondió a su entrevistador, que los periodistas no éramos “empresarios...”, sino facilitadores y colectores de noticias para su difusión, el colega en cuestión envió una imagen y parte de la entrevista a un productor de programa tradicionalista y envejecido, cuando el radiofónico santiagués, vio o leyó el contenido, le devolvió un mensaje recordándole, al colega vacacionista, que el era empresario, y que fulano y mengano, también lo eran, al final ambos quedaron contrariados por la exposición del radiofónico.
En la fauna del periodismo mediático: Ciertamente que hay muchos talentos, pero abundan los “ tarugos” que no dan paso a la inteligencia, por eso que el físico alemán alega que todos somos ignorantes al cuadrado, pero que nuestra alegaciones y reclamos son diferentes cada uno.
Concepto empresarial: Confusión, ignorancia, o fanfarronería de riqueza imaginaria. Cómo puede llamarse un productor de programa ( empresario) cuando tiene que implorar por un patrocinio publicitario de poca monta, que casi siempre se lo niegan, y cuándo siempre están endeudado con el propietario de medio difusor, cosas veredes, que forman parte del diario vivir. Pero como en esta fauna abunda de todo, que cada quien siga su carrera con la meta deseada.
Recomendación: A los viajeros que vayan a abordar un avión, un barco, o un cohete lunar, que no se pongan a vociferar dentro de las naves, ni hacer señales obscenas, porque pueden terminar en un a ergástulas federal, sino al colega vacacionista que le cuente su experiencia, mejor cómase el dedo pulgar, que ponerlo a dar señales vulgares. Digo si el viajero no quiere pasar el susto de su vida. ( PNS).
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