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sábado, 28 de septiembre de 2013

La Metrata de Don Godo analiza sentencia del Tribunal Constitucional

Confabulación Constitucional en República Dominica: Despojan de nacionalidad a descendientes de extranjeros nacidos en territorio dominicano
  La Metralleta/ La Columna de Don Godo
  El adefesio jurídico que significa la sentencia excluyente del Tribunal Constitucional dominicano el pasado 25 de septiembre, es una vergüenza para jurisprudencia dominicana, y un escarnio para el patriotismo y la soberanía nacional.
  Desde hace algunos años se viene desarrollando un movimiento subterráneo que encabeza el jurista doctor Pelegrín Castillo, diputado al Congreso Nacional por el Partido Fuerza Nacional Progresista ( FNP) e hijo del maléfico abogado Marino Vinicio Castillo, éste último defensor de todas las causas negativas en el país, actualmente presidente de la FNP y director de Ėtica del gobierno dominicano.
La burocracia judicial dominicana
 representada a nivel constitucional 
  Tanto el doctor Pelegrín Castillo, como su padre son xenófobos con antecedentes en los medios de comunicación y en el rumor público. El primero es abanderado de expulsar del territorio dominicano a los haitianos, aunque éstos hayan nacidos en el país, pero no así a otros inmigrantes extranjeros que se han convertidos en clientes importantísimos del bufete de abogados Castillo y Asociados.
  De Vincho Castillo no hay mucho que argumentar, con la misma madera que sus hijos es capaz de servirles al Estado, a los clientes de su bufete sin importar su procedencia o sus delitos.
  Es decir, que un día lo encontramos como asesor de estupefacientes del gobierno y otro como representante de la ética nacional. Así en su papel de abogado del demonio, lo mismo le da defender a un traficante, que a un funcionario corrupto del Estado.
  Un verdadero farsante, recientemente se le pidió que rectificara su declaración de bienes al fisco nacional, donde había declarado tres propiedades y eran ocho, pero su respuesta fue acusar a periodistas y políticos de varios entornos de ser enemigos del gobierno, una defensa floja y poco sostenible, pero como disfruta de las mieles del poder todo se queda entre los panales que producen la miel.
Campaña xenófoba.  La familia Castillo tiene un gran parecido con las “zagas” mafiosas que filman películas y serie televisivas contentivas de temas y vivencias de la mafia genuina.
  Sus historias son fantasmagóricas y sus defensas personales y patrimoniales deslindan con la existencia de sus propias vidas. Es decir, ellos, el clan familiar, se autodenominan una casta exclusiva, como si vivieran en otro planeta, y no en una sociedad demagógica que ellos mismos han ayudado a construir.
  Pero como ciudadanos de una media isla, subdesarrollada por demás,  se le perdona el síndrome del isleño que cree que todo lo que le rodea es lo único que existe en el mundo, con calidad, en cantidad y novedad.
  No se entiende como una familia dominicana más común y corriente, con la negritud detrás de la oreja se quiera erigir en juez y causa de una situación latente en el corazón de la sociedad dominicana desde tiempos inmemoriales. El bueno de Pelegrín ha manifestado una fobia especial contra la comunidad haitiana radicada en República Dominicana, desde los tiempos de la invasión de 1822 que se extendió hasta el grito de independencia en 1844.
  Ciertamente, Pelegrín, con  odio racista no vivió aquella época, pero su padre que es un ratón de biblioteca, al igual que él,  debe conservar muy buena literatura de la invasión haitiana  del siglo XVIII. Pero si escasea o no existe esa literatura sólo debe recordar el clan Castillo, que los dominicanos compartimos con Haití la isla que se convirtió en nuestro hábitat desde que existimos como conglomerado social.
  La hipocresía de Roberto Rosario. Afirma el presidente de la Junta Central Electoral
Cualquiera que lo observe con su vestimenta protocolaria puede pensar que son jueces probos e independientes, pero, son teteros de la vaca nacional
(JCE) que la sentencia del Constitucional del 25 de septiembre no le resta derechos a los inmigrantes.
  Sin embargo, el mismo mamotreto del Tribunal Constitucional, recomienda listar a los ciudadanos extranjeros hasta el 1929, y los que poseen su ciudadanía por haber nacido en nuestro territorio que se le despoje ella, con la agravante que incluye a los miembros directos de la familia.
  Recomienda hacer un segundo listado que tendría que ver con documentos falsos para fines de inscripción, cedulación o partidas de nacimientos. Todo ello constituye una burla y un abuso de los jueces farsantes que integran el TC. Y hay que ir más lejos, el presidente, de dicho organismo constitucional es un tipejo que se ufanaba de decir que era discípulos de José Francisco Peña Gómez, y hasta el día de la sentencia se creía Milton Ray Guevara, era dirigente o militante perredeísta, pero no, el poder, la corrupción, la ambición corrompe, y en la justicia dominicana todo se compra y todo se vende.
  Con relación a la hipocresía de Roberto Rosario, sería bueno que un panel independiente lo investigue, porque podría esconderse detrás de él un haitiano indocumentado, el rumor público apuesta que él es descendiente directo de haitiano y de que su abuelo era un ciudadano de Haití, no puede afirmarse nada sobre esta información, pero la veracidad en los cargos públicos y en la conciencia de los ciudadanos es algo que debe de primar.@


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