“Soy un pecador en quien el Señor ha puesto sus
ojos”. Fue una de las respuestas que Jorge Mario Berglorio (El Papa Francisco)
dio al sacerdote jesuita Antonio Spardaro, director de la revista Razón y Fe, a
quién concedió su primer entrevista amplia desde que asumió su Pontificado.
Que Dios proteja al Papa para que realizar tan anhelada reforma eclesiástica |
El Papa Francisco vive lo que predica, es
humilde por naturaleza y un pastor de la Iglesia que con sus decisiones puede
transformar la arcaica estructura del catolicismo universal.
En los últimos siglos el catolicismo se ha
mantenido estático, sus estructuras se han envejecidos y su cuerpo clerical
avanza poco o no se interesa por introducir reformas acorde con los nuevos tiempos. En la
antigüedad, cuando la Iglesia Católica organizó los Concilios Ecuménicos, que
tuvieron una altísima trascendencia y que sirvieron para corregir y transformar
errores y aciertos, fueron bienvenidos y aceptados de muy buena voluntad, tanto
por la curia romana, como por la feligresía universal.
Pero aquellos eran otros tiempos, con un
mundo subdesarrollado, empobrecido, y mayoritariamente analfabeto, en donde la
Iglesia y su cuerpo clerical podían imponer normas y criterios, pero hoy, en el
mundo convulso en que vivimos, en pleno desarrollo de la era de la informática, con
una tecnología de punta que nos permite comunicarnos con todos los seres
humanos a través del planeta en cuestión de segundos, no es posible mantener
una Iglesia Católica unida, tan sumisa y ultraconservadora.
Como afirma el Papa Francisco, los jerarcas
clericales se preocupan más por instruir a sus subalternos para que prediquen
en contra del aborto, en contra de la homosexualidad, o de los preservativos que sirven para prevenir las enfermedades
contagiosas, y poco es el aporte de los obispos a la solución de los grandes
problemas sociales que acosan a la Humanidad,
El Santo Padre ha iniciado una reforma que
aparenta será profunda, ya ha cambiado a
varios funcionarios en El Vaticano, especialmente a los más polémicos y
controversiales, entre los que destacan el archifamoso funcionario del Banco Vaticano,
que depositó más de 100 millones en su cuenta personal, en tiempos de otros
Papas nadie se atrevía a cambiar un funcionario de alto nivel, por temor a una
conspiración que condujera a un envenenamiento como el que se difundió en el
siglo pasado con relación a un Papa que solamente duró un mes en el cargo.
La batalla que tendrá que librar el Papa
Francisco, con los caducos obispos ultraderechistas y conservadores no será
nada fácil, ni tampoco lograrás erradicar esa casta perversa que interactúa
dentro de la Iglesia en poco tiempo y sin contratiempos, a menos que cancele a los han cumplido 75 años, como establece el derecho canónico y meta a la cárcel a los malvados.
Como estamos convencidos de que nuestro señor Jesucristo ha puesto sus ojos en
el Papa Francisco, él se encargará de proveerles de las herramientas necesarias
para poder extirpar tantas lacras y perversidades como se anidan en los grandes
centros de dirección del catolicismo.
Y como se dice en el argot popular, para
muestra valga la presencia de un botón. Si no estoy equivocado, si la reforma
eclesiástica llega por los predios de la Conferencia Episcopal Dominicana,
arrasaría con la jerarquía de la Iglesia dominicana, porque pueden contarse con
los dedos de las manos los obispos progresistas o verdaderamente humanizados
con que cuenta la sociedad dominicana.
Si hay algunos avances de las reformas
que se han hecho en la Iglesia, hay que buscarlos en algunos sacerdotes progresistas
y actualizados, pero en la clase dirigencial del clero criollo no hay nada que
buscar, toda la lucha se centra en búsqueda de bienes personales y para la
Iglesia, pero el contacto con el pueblo, es cada vez más distante, excepto,
como es natural, el que los obispos hacen desde sus púlpitos en las homilías
dominicales con la feligresía.
Que Dios bendiga y proteja al Papa Francisco
y que le ayude a encontrar colaboradores fieles y solidarios para poder llevar
a cabo esa titánica tarea en que habrá de convertirse la reforma integral que
necesita nuestra Iglesia y nuestra Fe.@
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