Mirador
Periodístico PNS
Por Luis Godofredo Pichardo
Muerte
del periodista Reginaldo Atanay enlutece el periodismo dominicano
Reginaldo Atanay, deja un hueco en el periodismo hispano. Fue un obrero del periodismo a tiempo completo |
El encuentro se debió a que realizábamos las
primeras reuniones para formar la Asociación de Periodistas Dominicanos, de la
cuál formó parte Atanay, y quien esto escribe. Ese primer período de la
Asociación de de Periodistas Dominicanos (APD) la dirigió, Buchuno, un entusiasta comunicador que fundó
su propio periódico, un semanario denominado El Lápiz, que a pesar de su corta
duración logró difundir excelentes artículos y reportajes de la comunidad
dominicana y la diáspora latina.
Era la época del resurgir periodístico
latinoamericano en Nueva York, y fueron fundadas diversas publicaciones de lectura
castellana. Recordamos los semanarios Ŭltima Hora, Vanguardia, El Centro, Las
revistas La Opinión, Nuevo Mundo, Revista Pueblo, El Mundo, El Tiempo, El
Diario-La Prensa, y decenas de otras publicaciones.
Entre las primeras publicaciones de esa época se destacó la Revista Nuevo Mundo, la cual fue fundada por el autor de este comentario. Comenzó editándose en Nueva York y cerró su última edición en Santo Domingo, en su oficina de la Calle El Conde.
Entre las primeras publicaciones de esa época se destacó la Revista Nuevo Mundo, la cual fue fundada por el autor de este comentario. Comenzó editándose en Nueva York y cerró su última edición en Santo Domingo, en su oficina de la Calle El Conde.
Junto al colega Atanay, Buchuno García,
Napoleón Fabián y unas pléyades de periodistas dominicanos fuimos testigos de
ese renacer periodístico latinoamericano. Al principios muchos dudaron del
éxito de esa iniciativa, pero cuatro décadas más tarde, en el 2008 ya habían
500 publicaciones en español, en Estados
Unidos sirviéndole a una comunidad de 44. 3 millones de lectores hispanos.
Ofreciendo buena lectura, haciendo opinión pública y promoviendo nuestra
comunidad, en la educación, los negocios y en la política.
La partida al paraíso eterno del colega
Atanay nos entristece, pero al mismo tiempo nos satisface saber que vio el
crecimiento periodístico hispanoparlante a un nivel jamás sospechado y quizá ni soñado.
Rogamos a Dios que acoja su alma y que desde
el cielo siga forjando una opinión pública sensata y prudente. De su labor
periodística puede decirse, que como
obrero del periodismo hispano pasó por todas las etapas y en cada una de ellas sirvió con
esmero y decencia su oficio de periodista.
Pienso que Atanay se fue complacido y
satisfecho por su labor y por su forma y estilo de vida. Nunca fue motivo de
escándalos ni de chismoteos baratos, se circunscribió a realizar una labor
informativa comunitaria sana y prudente, y nadie puede alegar que torpedeó proyectos
ajenos ni impidió el desarrollo de iniciativas periodísticas de ningún género.
Atanay fue de los periodistas dominicanos que
tuvo que salir huyendo de nuestro país para salvar su vida. El periodista
Santiago Estrella Veloz, escribe sobre él que en 1965 trabajando para el Diario
Libre, que fue incendiado por las masas populares en Santo Domingo, en la
Revolución de Abril, se vio obligado a salir hacia Estados Unidos, porque su
vida corría peligro.
En una corta estancia en Puerto Rico, trabajó
para el periódico El Imparcial y El Nuevo Día, de allí zarpó a Nueva York y
comenzó a escribir su columna Bohío Dominicano, una vez a la semana en el
Diario-La Prensa. Luego se publicaba tres veces y finalmente todos los días,
cuando dejó de trabajar en el Diario-La Prensa se publicaba una vez por semana,
pero sin su firma.
Trabajó los primeros dos años como freeland (tiempo
libre) y luego como periodista-reportero, hasta escalar las posiciones de
Subdirector, jefe de páginas y director asociado.
Tuvo una vida fecunda en el periodismo. Antes
de salir hacia los Estados Unidos, laboró en diversos medios dominicanos, entre
ellos Listín, El Caribe, Prensa Libre, La Nación, y diversos medios de radio y
televisión.
Estoy convencido de que Reginaldo Atanay
Cruz, un periodista de pies a cabeza, vivió intensamente su oficio y amó a la
ciudad de Nueva York, como a San Pedro de Macorís, donde nació y creció. . Me
extrañó que al final de sus días se mudara al estado de La Florida, donde murió
el viernes pasado.
Descansa en paz colega Atanay. Sembraste
muchas semillas fértil, la cosecha será grande y muy abundante.@
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