Libertinaje y corrupción responsable del
subdesarrollo dominicano
Redacción Central, (PNS)._En una sociedad en desarrollo se encuentran
soterrados todos los vicios y obstáculos que impiden el avance hacia la
civilización de sus ciudadanos, es el caso de los diez millones de dominicanos
que actualmente tienen que luchar
decididamente para superar los vicios del sistema económico, político y
social, de la pobreza y el abuso del
poder que genera a ausencia de autoridad y la falta de equidad en la justicia.
La población dominicana que se ufana de una
democracia de medio siglo, pero no puede
mostrar avances en los buenos modales, en la buena conducta, ni en la
disciplina de sus ciudadanos, tan necesaria para el desarrollo de los pueblos
hacia una integración total de todos sus recursos.
Arrinconados, temerosos y resguardado, así se perciben los dominicanos de las grandes concentraciones |
El libertinaje rige la vida, y la conducta del ciudadano común a todos los
niveles. El gobernante viola las leyes elementales y aplasta las legítimas
aspiraciones del ciudadano decente y pensante. El político, demagogo de
profesión y mentiroso consuetudinario se convierte en cómplice de las
autoridades que abusan del poder y violan los derechos más elementales de cada
dominicano y de la ley sustantiva de la nación, como lo es la carta magna o
Constitución de la República.
El profesional con un arraigado concepto
isleño piensa que es un “sabelotodo” y que con esa etiqueta de ignorancia puede
aplastar a todo el que asista a sus consultas en busca de asesoramiento u orientación
sobre cualquier problema del diario trajinar.
Los médicos no honran su juramento |
El médico cobra la consulta a su antojo y si el paciente no
paga que se muera sin tomar en cuenta su condición económica o social, porque
el juramento hipocrático en República Dominicana ni les importa a los médicos,
ni a nadie ni en particular, no tiene relevancia, no constituye ningún valor.
El abogado es un perverso profesional, pues
difícilmente está al lado de una causa justa, y siempre negocia por debajo de
la mesa la mejor oferta de los demandantes o contrincantes que dice defender,
por eso nadie debe fiarse ni descuidarse con el profesional del derecho, pues
se trata de un personaje tramposo en el ejercicio de su oficio., salvo muy
honrosas excepciones.
Los economistas y los financistas actúan como los abogados del demonio, acomodan
las cifras de acuerdo a las corrientes favorables a sus intereses o por el sector que pueda pagar mayores
honorarios.
Los buhoneros se encargan entaponar las
principales calles del casco urbano, de
las principales ciudades del país y nadie puede objetarlos, o criticarlos, porque todos dicen ser padres de familia, y
pelean por los espacios públicos como si fueran de su propiedad.
Observe esta foto de la calle El Sol de Santiago, taxis esperando turno |
Los transportistas del servicio público se creen los dueños y
señores de las carreteras y autopistas, los taxistas copan en la actualidad las
principales vías de las ciudades más importantes del país, nadie le reglamenta
ni le perturba.
Los choferes de carros públicos actúan como
si fueran los verdaderos dueños del sistema vial de cada urbe por donde
transitan, cada día quieren más privilegios, y los servicios que ofrecen en
carros destartalados y sucios son peores cada día.
Los guagueros o propietarios de autobuses y minibases quieren
los últimos espacios que quedan vacíos, que le bajen los combustibles y que le regalen los vehículos
a través de los sindicatos gansteriles y mafiosos que le representan.
Por último, el ruido ensordecedor está
aniquilando la salud de los dominicanos, los colmadones colocan sistemas de audio y sonidos que estremecen a todo el
vecindario y dejan con sordera a todo el que está cerca o transitan por el
lugar de esos antros de perdición, pues en esos negocios ya no se expenden
provisiones para el hogar, como se
acostumbraba en el pasado.
Los colmadones se han convertido en centros | de corrupción y consumo de bebidas alcohólicas y drogas |
Allí lo que se expende es bebidas
alcohólicas, números de loterías y algo que ya no pede faltar en los colmadones
y lavaderos, las dosis de
estupefacientes, eso se vende como pan caliente y las autoridades ignoran por
completo el tráfico, porque cobran religiosamente el peaje.
Los viandantes de la noche colocan las bocinas
de sus vehículos al más alto nivel, con
los más insulsos ritmos del momento y con la música más vulgar que existe en el
país caribeño, es lo mismo que ocurre en los lavaderos de vehículos, son
centros de prostitución soterrados, donde se vende el cuerpo de una jovencita o
de una vieja frustrada. Finalmente una
invasión pacífica de iglesias ´cristianas´ , que invade la privacidad del ciudadano, y
dejando con sordera a todo el vecindario donde pululan, sin que el
programa Barrio Seguros tome nota del
asunto y parecen ignorarlas o aceptar su presencia en detrimento del dominicano
propietario de su vivienda y con derecho a vivir en paz.
La penetración de sectas, religiones e
iglesias desconocidas para la tradición católica dominicana. Es muy parecida a
la invasión territorial haitiana, ya nos ha dejado pocos espacios vacíos donde vivir, los haitianos ocupan cualquier
área desocupada, sin importar que sea una cañada que ponga en peligro su vida,
es cuestión de necesidad, llegan del otro lado de la frontera y lo que importa
es un lugar de pernoctar sin que se cuestione la higiene, la seguridad del
espacio ni nada que tenga que ver la presencia de autoridades policiales o
sanitarias.
Es por eso que el libertinaje se ha
empoderado de la sociedad dominicana, porque no hay quien aplique reglas de
juego ni haga valer las leyes vigentes, porque nunca se ponen en práctica.
(PNS).@
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