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lunes, 5 de marzo de 2012

Indisciplina y autoritarismo económico norman crecimiento sociedad dominicana


 Libertinaje y corrupción responsable del subdesarrollo dominicano
 Redacción Central, (PNS)._En una  sociedad en desarrollo se encuentran soterrados todos los vicios y obstáculos que impiden el avance hacia la civilización de sus ciudadanos, es el caso de los diez millones de dominicanos que actualmente tienen que luchar  decididamente para superar los vicios del sistema económico, político y social,  de la pobreza y el abuso del poder que genera a ausencia de autoridad y la falta de equidad en la justicia.
  La población dominicana que se ufana de una democracia de medio siglo,  pero no puede mostrar avances en los buenos modales, en la buena conducta, ni en la disciplina de sus ciudadanos, tan necesaria para el desarrollo de los pueblos hacia una integración total de todos sus recursos.
Arrinconados, temerosos y resguardado,
así se perciben los dominicanos de las grandes concentraciones
  El libertinaje rige la vida, y  la conducta del ciudadano común a todos los niveles. El gobernante viola las leyes elementales y aplasta las legítimas aspiraciones del ciudadano decente y pensante. El político, demagogo de profesión y mentiroso consuetudinario se convierte en cómplice de las autoridades que abusan del poder y violan los derechos más elementales de cada dominicano y de la ley sustantiva de la nación, como lo es la carta magna o Constitución de la República.
  El profesional con un arraigado concepto isleño piensa que es un “sabelotodo” y que con esa etiqueta de ignorancia puede aplastar a todo el que asista a sus consultas en busca de asesoramiento u orientación sobre cualquier problema del diario trajinar.
Los médicos no honran su juramento
  El médico cobra  la consulta a su antojo y si el paciente no paga que se muera sin tomar en cuenta su condición económica o social, porque el juramento hipocrático en República Dominicana ni les importa a los médicos, ni a nadie ni en particular, no tiene relevancia, no  constituye ningún valor.
  El abogado es un perverso profesional, pues difícilmente está al lado de una causa justa, y siempre negocia por debajo de la mesa la mejor oferta de los demandantes o contrincantes que dice defender, por eso nadie debe fiarse ni descuidarse con el profesional del derecho, pues se trata de un personaje tramposo en el ejercicio de su oficio., salvo muy honrosas excepciones.
  Los economistas y los financistas  actúan como los abogados del demonio, acomodan las cifras de acuerdo a las corrientes favorables a sus intereses  o por el sector que pueda pagar mayores honorarios.
  Los buhoneros se encargan entaponar las principales calles del casco urbano,  de las principales ciudades del país y nadie puede objetarlos, o criticarlos,  porque todos dicen ser padres de familia, y pelean por los espacios públicos como si fueran de su propiedad.
Observe esta foto de la calle El Sol de Santiago, taxis esperando turno

  Los transportistas  del servicio público se creen los dueños y señores de las carreteras y autopistas, los taxistas copan en la actualidad las principales vías de las ciudades más importantes del país, nadie le reglamenta ni le perturba.
  Los choferes de carros públicos actúan como si fueran los verdaderos dueños del sistema vial de cada urbe por donde transitan, cada día quieren más privilegios, y los servicios que ofrecen en carros destartalados y sucios son peores cada día.
  Los guagueros  o propietarios de autobuses y minibases quieren los últimos espacios que quedan vacíos, que le bajen  los combustibles y que le regalen los vehículos a través de los sindicatos gansteriles y mafiosos  que le representan.
  Por último, el ruido ensordecedor está aniquilando la salud de los dominicanos, los colmadones colocan sistemas de  audio y sonidos que estremecen a todo el vecindario y dejan con sordera a todo el que está cerca o transitan por el lugar de esos  antros de perdición,  pues en esos negocios ya no se expenden provisiones para el hogar,  como se acostumbraba en el pasado.
Los colmadones se han convertido en centros de corrupción y consumo de bebidas alcohólicas y drogas
  Allí lo que se expende es bebidas alcohólicas, números de loterías y algo que ya no pede faltar en los colmadones y lavaderos,  las dosis de estupefacientes, eso se vende como pan caliente y las autoridades ignoran por completo el tráfico, porque cobran religiosamente el peaje.
  Los viandantes de la noche colocan las bocinas de sus vehículos  al más alto nivel, con los más insulsos ritmos del momento y con la música más vulgar que existe en el país caribeño, es lo mismo que ocurre en los lavaderos de vehículos, son centros de prostitución soterrados, donde se vende el cuerpo de una jovencita o de una vieja frustrada. Finalmente  una invasión pacífica de iglesias ´cristianas´ ,  que invade la privacidad del ciudadano, y dejando con sordera a todo el vecindario donde pululan, sin que el programa  Barrio Seguros tome nota del asunto y parecen ignorarlas o aceptar su presencia en detrimento del dominicano propietario de su vivienda y con derecho a vivir en paz.
  La penetración de sectas, religiones e iglesias desconocidas para la tradición católica dominicana. Es muy parecida a la invasión territorial haitiana, ya nos ha dejado  pocos espacios vacíos  donde vivir, los haitianos ocupan cualquier área desocupada, sin importar que sea una cañada que ponga en peligro su vida, es cuestión de necesidad, llegan del otro lado de la frontera y lo que importa es un lugar de pernoctar sin que se cuestione la higiene, la seguridad del espacio ni nada que tenga que ver la presencia de autoridades policiales o sanitarias.
  Es por eso que el libertinaje se ha empoderado de la sociedad dominicana, porque no hay quien aplique reglas de juego ni haga valer las leyes vigentes, porque nunca se ponen en práctica. (PNS).@

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