Política
inmigratoria estadounidense
Miami//Washington,
(PNS)._Una tercera parte de la población norteamericana es de origen extranjero
y los latinoamericanos constituyen el grupo étnico más representativos, con más
de 50 millones y con alrededor de un 10 a 12% de la población estadounidense, este grupo es
uno de los más expoliados por los impuestos abusivos.
Pero los nativos del continente norteamericano se niegan a
reconocer esa situación y le niegan el derecho a los ciudadanos extranjeros a
disfrutar de los bienes y riquezas que juntos han forjado en esa sociedad de
presencia y tradición anglosajona.
Este es pasaporte norteamericano |
Cuando hablamos de que una tercera parte de los norteamericanos
son de origen extranjero o inmigrantes de ese país, estamos hablando del siglo
XXI, y obviando la historia verdadera, porque si hablásemos de la composición
social norteamericana vamos a encontrar que
más del 90% no es nativo del territorio
de los Estados Unidos, y que esa cantidad procede de Europa en mayor cantidad y
de grupos minoritarios, como los
afroamericanos, los asiáticos, judíos, los latinos, y
otros grupos representativos de diversas
naciones extranjeras que se posesionaron
en esa la tierra de liberad desde hace muchos
años.
La población indígena que es la genuina
norteamericana no alcanza ni siquiera un 5% del total de la población norteamericana con algo más de 300 millones de
habitantes, los ingleses, irlandeses, italianos y otras étnias europeas
componen la población tradicional luego de la colonización en el siglo XVII,
pero en tiempos modernos y a partir del siglo pasado, los latinoamericanos comenzaron a emigrar
masivamente a Estados Unidos, y sólo México tiene más de 20 millones entre
residentes legales e indocumentados.
En escala descendente cada país del
Hemisferio tiene una representación que en ocasiones sobre pasa el millón de
habitantes, como es el caso del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, que
cuenta con varios millones, Cuba, República Dominicana, y El Salvador, así como
otras naciones de Sur y Centroamérica,
también las islas del Caribe, componen el
bloque de más de 50 millones de inmigrantes.
En el mundo real cada ciudadano americano
tiene una descendencia extranjera, excepto las tribus indias que fueron
diezmadas en la colonización y en la guerra de Independencia y que hoy quedan
algunos miles de sus ancestros como un símbolo de representatividad y
patriotismo.
La visa es el documento que necesita cada extranjero para poder entrar a EE.UU |
Una introducción extensa pero necesaria, para abordar el tema que nos ocupa en este
artículo periodístico. Los anglosajones e irlandeses se han creído los genuinos
ciudadanos de Norteamérica y en ese tenor le niegan derechos y
responsabilidades al resto de la inmigración que convive con la sociedad
estadounidense, y ello repercute en falta de viviendas, oportunidad de empleos,
educación y otras necesidades de la familia.
Estados Unidos asume cada cierto tiempo una
política inmigratoria que nos recuerda la era del garrote, y es precisamente
con lo que buscamos llamar la atención en este reportaje, esa política la puso
en práctica terminada la colonización, luego de la guerra de secesión y en el
siglo pasado la repitió por lo menos en dos ocasiones.
Reconocemos que hoy en día ninguna nación
puede darse el lujo de alojar la cantidad de ciudadanos extranjeros que están
dispuestos a emigrar, y que hay que establecer controles reales. Pero también
reconocemos el derecho que tiene el trabajador que vive en los Estados Unidos
desde hace algún tiempo. El proceso de legalización es largo, tedioso y
costoso, y en el 2012, casi ningún extranjero puede pagar el impuesto a la tarjeta
inmigratoria o de residencia permanente con un costo de $ 350 dólares.
Esta tarjeta es la que asegura todo tipo de ayuda en USA |
Lo mismo ocurre para renovar
un pasaporte de ciudadano, el costo es elevadísimo, y en cuanto al proceso de
hacerse ciudadano norteamericano, es un vía crucis por el que se debe pasar
antes de lograr la tan anhelada
petición, primero hay que esperar cinco años luego de adquirir la residencia
permanente sin salir del país, no haber cometido ningún delitos, no haber
participado de actividades políticas contrarias a las establecidas por la
Constitución norteamericana, y tener una reputación intachable.
Todo esto nos parece muy bien, lo que no
alcanzamos a entender es porqué no se organiza una reforma inmigratoria que
permita un nuevo control de entrada de extranjeros, y se permita a los que ya
están viviendo en territorio estadounidense que legalicen su estatus, es decir,
que se patrocine una amnistía y se le conceda residencia a los indocumentados,
que se agilicen los procedimientos de ciudadanía y se baje el costo los
servicios, especialmente el costo de una visa de turista, de estudiantes, o de profesionales.
El
caso de un envejeciente caribeño residente en Miami, que nos escribe,
revela que recibe $ 360.00 dólares del Seguro Social, los cupones de alimentos,
y los beneficios del Medicaid o Medicare, pero ya no trabaja, con 75 años de edad y tiene que pagar la renta
de su apartamento, y los servicios de agua, luz y teléfono.
Ese ciudadano inmigrante lleva más de 20 años
residiendo en Estados Unidos, trabajó duramente, pero no pudo completar los 40
créditos que exige el Seguros Social para entregarles la cantidad de dinero que
se le entrega a otros ciudadanos retirados, ahora a través de un programa
comunitario le prometen gestionarles la ciudadanía que cuesta alrededor de
1.300 dólares, sin que tenga que pagar,
pero tiene que tener vigente su permiso de residencia y está vencido,
cuesta 350 dólares, no lo tiene, ni quién se lo facilite.
Nos parece una crueldad de parte del Estado
que se le niegue esa oportunidad a un anciano que ha contribuido al crecimiento
económico estadounidense. Pero ese el caso de un solo inmigrante, el problema
es que hay millones que tienen la misma condición y necesidad, la misma prioridad. ( PNS).@
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