Panorama político dominicano
Encuestas, disputas en la JCE, y pedido de extradición en escenario electoral
Redacción Central, (PNS)._ Como en todos los procesos electorales, tanto para elegir a autoridades municipales, legislativas o presidenciales, hay diatribas, golpes bajos, euforia, malquerencias, mentiras y demagogia.
Además de los mercadólogos con sus inquietantes encuestas, el lío en el centro de cómputos en la Junta Central Electoral, y por último un jefe indio de un movimiento político adherido a la campaña de Hipólito requerido en extradición, pero del cuál supuestamente no se tenía conocimiento en el comando de campaña perredeísta.
Pero en esta isla caribeña, que lleva el nombre de República Dominicana, se llega a los extremos, y a veces los líderes y dirigentes políticos pierden su rol de oratoria y de enviar meta-mensajes a sus seguidores partidarios o a la militancia de cada partido participante en el evento electoral.
Incluso, los candidatos presidenciales y vicepresidenciales son sustituidos por doctólogos de la radio y la televisión.
Contamos con una fauna diversa de analistas, politólogos, sabihondos, necios e inescrupulosos que a través de espacios radiofónicos o televisivos denotan a los más calificados y más prometedores candidatos a los puestos electivos y ejecutivos.
Es menor el trabajo que ahora tienen que desarrollar los candidatos a la presidencia de la República, los perifoneadotes de radio y televisión se encargan de hacerles sus campañas, pagadas o adeptivas, y en inmensa mayoría los comentaristas de radio y televisión se creen poseedores de mayores conocimientos políticos y de causas promovidas que los mismos aspirantes presidenciales, y en cierto modo tienen razón.
Porque como dice uno de los aspirantes minoritarios en uno de sus carteles promocionales no se puede cambiar lo mismo que se ha venido haciendo por tanto tiempo y que no ha dado óptimos resultados.
De la decena de aspirantes presidenciales hay dos que tienen posibilidad de llegar al capitolio o palacio nacional, pero ambos ofrecen la misma receta y los electores todavía no llegan a entender cual sería su destino y el de la sociedad dominicana si se eligen a un candidato que no tiene nada que ofertar y ni siquiera se han atrevido a presentar un programa de gobierno sólido, por si fueran favorecidos con el voto popular.
El candidato oficial, Danilo Medina, dice a sus electores que piensa hacer lo que no se ha hecho, cambiar lo que está mal, y corregir los errores del presente gobierno, pero resulta que este equipo político lleva once años y medio en el poder y todavía no encuentra una fórmula de transformación social.
El candidato opositor, tiene experiencia administrativa, se ha pasado la mayor parte de su vida en el mundo de los negocios y tiene en record haber sido presidente desde el 2000 al 2004, es cierto, en su gobierno no se transformó nada, pero tiene la ventaja sobre su adversario, que es un populista campechano, que conoce al dedillo las necesidades básicas de su pueblo, y tiene experiencia profesional de cómo transformar la artesana agricultura dominicana, por una agroindustrial y moderna, por sus conocimientos técnicos por ser ingeniero agrónomo, con gran experiencia acumulada.
Por lo que sería recomendable que el elector votara por Hipólito Mejía, dándole una oportunidad que quizá no tuvo en su pasado gobierno y que ahora, a partir de mayo del 2012 podría poner al servicio de la sociedad dominicana, toda su experiencia agrícola y transformar la producción dominicana.
De partido a partido es mínima la diferencia en su patrón de conducta, porque junto al Partido Reformista, representan la tradición política tradicional de los últimos 50 años, los tres tienen tendencias democráticas, y militancia de la vieja guardia del trujillismo, en el legendario Partido Dominicano, en el que militaba durante 31 años la mayoría de los dominicanos, por omisión o convicción
Finalmente, aboguemos porque cada dominicano votante o elector actúe de acuerdo a su conciencia el 20 de mayo del 1012, y sufrague por el candidato de su simpatía, pero eso sí que prime la decencia, el civismo, y el derecho ciudadano que establece nuestra Constitución. (PNS).
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