La Columna de Luis G. Pichardo
El Club de los sabios y lambiscones se sigue reuniendo en Puerta del Sol
Los periodistas somos famosos por nuestra ancestral cultura de pedigüeños y comilones.
No es noticia nueva, parece que comenzó a incentivarse desde el principio del oficio de “escribidor”, pero se fue extendiendo por el mundo y se adecentó en los países subdesarrollados, como el nuestro, donde la pobreza es el pan de cada día.
Como es natural, en el tema que nos ocupa, en la búsqueda de comida y bebida se cuelan algunos intrusos, que no son periodistas, sino (lambones, que se cuelan en las conversaciones), pero también, en el colectivo de los sabios y lambiscones, hay muchos que no han logrado la felicidad terrenal, por chismosos y lengüeteros.
Me contaron, que en un convivio del sábado 14 de noviembre se reunió un nutrido grupo de periodistas ancianos y envejecientes, en el restaurante, Puerta del Sol, de la ciudad de Santiago, y como es costumbre, allí no van a hacer nada en particular, más bien van de cacería, a ver si encuentran un pendejo, que se haga cargo de su consumo.
En la ocasión que comentamos, los chismosos y lambones de profesión, aparte, del poco ejercicio periodístico, que practican en la actualidad, por falta de conocimiento tecnológico y por la carencia de una buena herramienta digital, no se atreven a engancharse, en el carro del progreso que significa el periodismo digital, virtual o cibernético, porque no es igual, escribir media cuartilla para que se la publiquen cuando se pueda, que insertar una nutrida y completa edición en un portal de noticias para difundirla al mundo, en cuestión de minutos.
Para hacer un periodismo de calidad digital, hay que invertir dinero, ser un verdadero profesional de la escritura, y contar con experiencia del pasado reciente, y el futuro promisorio.
Le agradezco al colega que me dio la información, donde ese grupo de vagos y lambiscones se reunió, y escogieron mi nombre, para descalificarme como profesional, pero no necesito una defensa, porque no busco nombradía, ni reconocimiento. Eso lo espero, de los amables lectores, que se dignen a leer nuestros comentarios en esta Columna, que escribo periódicamente para el Servicio Panamericano de Noticias.
Me enteré de un supuesto pariente, de apellido Pichardo-Fernández, si le conozco no lo recuerdo, pero le agradecería, que no vuelva a mencionar mi nombre, ni por bien, ni por mal, mejor que se estregue la lengua con jabón de cuava, porque yo ni ando, ni anduve y espero no andar, detrás de tragos y comidas que pagan otros chismosos y lambiscones.
A Todos mis cordiales saludos en Navidad, mantengan el aislamiento, usen mascarillas y no salgan a ramajear, porque en grupo, y todos, sacando de una misma fuente se pueden contagiar. Pronto nos encontraremos.
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