En este diálogo crucial, para la economía de México y la inmigración desbordada hacia Estados Unidos, tuvieron que incidir muchos factores de parte y parte para ir reconciliando el acuerdo que finalmente se produjo.
Todos saliendo ganando. México logró eliminar la amenaza de una carga arancelaria que comenzaría en un 10% y terminaría sobre un 25%.
Estados Unidos que bajo la administración republicana que encabeza Donald Trump, ha cometido una serie de errores, algunos de ellos imprudentes, con la diplomacia internacional, y ha experimentado, como si se tratara de una conjura regional, un éxodo migratorio centroamericano y de otras latitudes nunca antes visto en territorio estadounidense.
Era tiempo de que el nuevo gobierno mexicano reaccionara y entendiera, que el problema de la migración masiva no sólo perjudica a Estados Unidos, sino que afecta también a toda la estructura económica y habitacional de los mexicanos.
El acuerdo final ha sido consensuado y tranquiliza a las calificadoras de riesgos que ya comenzaban a tronar sobre la economía de México.
Por su parte, Estados Unidos siente un gran alivio con el compromiso bilateral para cooperar con una política que detenga la mafia que maneja el tráfico de migrantes hacia territorio norteamericano.
El presidente Donald Trump, debe propiciar un acuerdo similar con China, con Irán, con Turquía, con Corea del Norte, y con todas las naciones a las que mantiene en zozobra por el efecto de las sanciones económicas. ( PNS).
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