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jueves, 15 de diciembre de 2011


Millones de trabajadores migrantes mexicanos y centroamericanos que trabajan en las granjas agrícolas estadounidenses, ciertamente al final de su vida lo único que cosechan es muchas lágrimas.

Hispanos atraviesan por dura crisis económica en Estados Unidos

Nueva York, ( PNS)._La transformación de la economía de los Estados Unidos al final del siglo pasado, de una industrial a una de servicios trajo consigo más pobreza que riqueza a la clase trabajadora y desarraigó a la clase media de una posición cimera en la producción y consumo a nivel nacional.

Este fenómeno económico está enlazado directamente con la transformación del sistema de producción de riqueza al que estaba acostumbrado Estados Unidos y el resto de las economías desarrolladas, es decir, que se aplicaban métodos de producción masiva, utilizando maquinaria industrial y manos de obra a la vez. La era de la informática y la tecnología lo cambió todo casi por completo.

Observe el lector como estos campesinos migrantes se ganan la vida de sol a sol

El modelo de economía que desarrollan las naciones desarrolladas e industrializadas ya no necesita de una mano de obra masiva, pero sí cada vez más especializada. Es así, como el trabajador común y corriente emigrado en su mayoría de naciones subdesarrolladas y con una capacidad muy limitada, encontrándose dentro de los grandes núcleos de trabajadores a personas analfabetas de ambos sexos que desempeñaban tareas manuales para las que no era necesario estar debidamente alfabetizado o titulado en ninguna disciplina.

Durante la centuria del siglo veinte, las grandes factorías maquiladoras empleaban a trabajadores de ambos sexo con la única condición de que fueran diestros en el trabajo manual, que gozaran de buena salud para lograr un buen rendimiento y que fueran obedientes a sus patronos que en múltiples ocasiones les explotaban sin ningún tipo de miramiento ni remordimiento.

Ahora es el dólar quien domina la economía, y no la productividad de los millones de trabajadores que hacían de los Estados Unidos una nación próspera y de sueños mágicos.

Aconteció en el sector fabril de Nueva York y otras ciudades industriales, con trabajadores migrantes asiáticos y de otras naciones que eran tratados en condiciones de esclavos y las autoridades se hacían de la vista gorda.

También se registraron situaciones similares con trabajadores latinos y de otras étnias migratorias, pero las autoridades, aunque recibían las denuncias de los sindicatos (Uniones), y de organizaciones de derechos humanos nunca lo tomaban en cuenta, hasta que el final de siglo pasado estalló un gran escándalo en el sector textil neoyorquino de Chinatown.

Por la dimensión de las denuncias y por la esclavitud que se descubrió en las fábricas de propietarios asiáticos el tema fue a parar al mismo hemiciclo bicameral de los Estados Unidos.

Pero como ese recuento es parte de la historia reciente, que ya quedó atrás, el enfoque nuevo está dirigido a la nueva clase empobrecida estadounidense que en el 2011 alcanzó la cifra de los 49 millones de pobres que no tienen un futuro promisorio y que su trayecto en lo adelante es incierto.

Al transformarse la economía norteamericana de grandes centros de producción en los que se utilizaban millones de trabajadores con salarios atractivos y horarios cómodos a una economía de servicio técnico-industrial, la mayoría de trabajadores tradicionales quedó desocupado de una vez y para siempre.

Ya no hay esos grandes núcleos de fábricas en la industria de la aguja como se le denominaba a las fábricas de prendas de vestir, ni los centros productores de maquinarias, especialmente en la industrialautomovilística, ya todo lo que se consume en Estados Unidos y su población de más de trescientos millones procede del extranjero, especialmente de la India y el continente asiático.

Y no se trata de vehículos y enseres del hogar, sino también de ropa, zapatos, y toda clase de productos para el consumo del hogar. Es una mercancía de inferior calidad a la que se fabricaba en Estados Unidos, pero es más barata, y por ende con acceso más cercano al consumidor.

Una información reciente daba cuenta de que un avión ensamblado en Estados Unidos contaba con piezas fabricadas de 75 suplidores extranjeros, siendo esto así se confirma el criterio de que la economía estadounidense es totalmente de servicios y tecnología.

Y es la razón por la que los pobres y los hispanos se llevan la peor parte de la crisis económica que azota a Estados Unidos, primero, porque tienen menos poder adquisitivo y por que sus ahorros y entradas económicas se han reducido drásticamente.

PNS tuvo acceso a un hogar neoyorquino y conversó recientemente con los responsables del hogar. Respondieron a las preguntas de los periodistas la pareja matrimonial, y la situación que expusieron es dramática, pero es una situación que arropa a la sociedad estadounidense de la actualidad.

El cabeza de hogar respondió que vive junto a su esposa con el dinero de retiro que le entrega mensualmente el Seguros Social, entre ambos reciben alrededor de 2.000 dólares mensuales, pero pagan 1.500 de un apartamento de tres cuartos, más los servicios básicos de luz, cable y teléfono, en los que se les van más de 500 al mes, y ya su cuenta queda en rojo, es decir, sin recursos para cubrir otras necesidades básicas también, como son transporte, medicinas, y entretenimiento, entre otros..

Esta pareja está retirada por haber cumplido su edad de 65 años y haber completado 40 créditos o más en sus respectivos centros de trabajo, precisamente en una o dos fábricas textiles de las que funcionaban en Nueva York a final del siglo pasado, pero en virtud de que no son ciudadanos norteamericanos no disfrutan de algunos beneficios colaterales, y su situación es cada vez más insoportable.

Pero no se trata de los envejecientes, ancianos o retirados solamente, con la crisis económica del presente desapareció de hecho también la clase media norteamericana, tanto entre los grupos minoritarios migrantes como entre los nativos estadounidenses.

Esa fuerza motorizadota de la economía en que se constituyó por muchas décadas la clase media, por ser ésta la que consume más bienes y servicios que los ricos, hoy tiene un nivel de vida inferior, los ahorros se evaporaron y la mayoría ha perdido su vivienda y sus vehículos por no poder pagar los pagarés de sus hipotecas, pero además propiedades que fueron compradas por un millón de dólares hace tres o cuatro años actualmente están desvalorizada hasta en un 75% de su costo inicial, pero como la situación empeora el destino de las hipotecas es de pérdida total, arrastrando de paso la pérdida del crédito de los adquirientes morosos. ( Reportaje del Servicio Panamericano de Noticias desde la ciudad de Nueva York, ( PNS).

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