Capos de las drogas puertorriqueños operan en RD
Santo Domingo, RD,) PNS)-_ El último delincuente del narcotráfico boricua termina de caer en el populoso barrio de Herrera, en la capital dominicana. Miguel Rivera Díaz, alias el Bolo fue arrestado en un operativo que montó la policía dominicana y la agencia antinarcóticos DNCD.
El supuesto capo puertorriqueño fue deportado inmediatamente a Puerto Rico en un avión federal de la Guardia Costera estadounidense, sin que el inculpado fuera mostrado a la justicia dominicana, un procedimiento extraño, pero que contó con el respaldo del Gobierno dominicano.
El delincuente boricua llevaba operando diez años en la barriada capitaleña dominicana, sin que las autoridades le hubiesen detectado. Lo mismo ocurrió con David Figueroa Agosto, otro capo mafioso que cumple condena en Puerto Rico de 105 años y que operó impunemente en República Dominicana, durante diez años también, sin que las autoridades pudiesen descubrirlo.
La versión policial dominicana de que estos traficantes vivieron, hicieron negocios, formaron fortunas económicas y traficaron toneladas de drogas durante diez años y no fueron descubiertos no es creíble y menos aceptable por la sociedad dominicana.
La complicidad de las autoridades civiles y militares de la República Dominicana, ha ido convirtiendo poco a poco en un paraíso del narcotráfico el territorio nacional, y no sólo de delincuentes y narcotraficantes puertorriqueños, sino también, de españoles, colombianos, mexicanos y otros ciudadanos de procedencia extranjera que encuentran todas las facilidades para operar sus negocios del narcotráfico y otros tipos de delitos internacionales, con la anuencia de autoridades de dominicanas, como son jueces, fiscales, policías y funcionarios gubernamentales.
La complicidad y la corrupción arropan todos los estamentos de la sociedad dominicana, y no se trata única y exclusivamente de intermediarios secundarios, el problema tiene raíces profundas en las más altas esferas del Gobierno y en las principales instancias de la justicia y de los cuerpos investigativos y policiales dominicanos.
Muchas veces las autoridades del gobierno externan el criterio de que el problema no es exclusivo del de la sociedad dominicana, sino que es genérico y arropa a la mayor parte del mundo, es cierto, pero la responsabilidad del Estado dominicano y sus instituciones es velar por una sociedad sana y libre de vicios y corrupción.
Mientras eso no se logre, no puede bajarse el nivel de alerta, de aplicación a las leyes y menos aún aliarse con los corruptos y cómplices que cada vez forman una alianza mayor con vínculos internacionales que hacen aparecer a la República Dominicana, como un paraíso del narcotráfico y la corrupción.
(Reportaje del Servicio Panamericano de Noticias, (PNS).
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