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miércoles, 11 de marzo de 2015

La diplomacia norteamericana naufraga en Venezuela



La Matralleta de Don Godo
Por Luis Godofredo Pichardo/Editor del Servicio Panamericano de Noticias/Revistas Nuevo Mundo & Ventana Católica
La diplomacia norteamericana naufraga en Venezuela
  Como comunicador social siempre he sido respetuoso con el derecho que atañe a todo gobernante en el manejo de sus relaciones internacionales. De igual manera en su desempeño como administrador de las cosas públicas, pero cuando a un gobernante se le sube la sangre a la cabeza y no piensa en las consecuencias de sus actitudes y decisiones hay que reflexionar sobre su estilo de gobernar.
  Barack Obama, presidente de los Estados Unidos termina de conminar al Estado venezolano para que se someta a las directrices y mandatos de la política exterior estadounidense. Impuso sanciones económicas a siete funcionarios y declaró que Venezuela era un peligro para la seguridad nacional norteamericana, y aquí debo de preguntar, de cuál seguridad nacional se trata… de la de los inversionistas petroleros norteamericanos, las de los multimillonarios venezolanos radicados en Estados Unidos o  la de los intereses directos de Washington en Venezuela y el resto del continente, porque sería ingenuo pensar que Obama se equivocó, o se dejó asesorar por un desquiciado.
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Obama tiene en la mirilla a Venezuela
  El presidente norteamericano utilizó frases desconcertantes para un mandatario de su reciedumbre y comportamiento político-social. Con su desatinada decisión  coloca a Estados Unidos en una situación delicada frente al continente latinoamericano y al resto del mundo. Es harto sabido que la política interna venezolana es altamente controversial y que su gobernante Nicolás Maduro no da muestra de ser un estadista equilibrado,  por el contrario, sus actuaciones altisonantes lo retratan como un gobernante de poca monta, emotivo, manejable y fanático.
  Personalmente no simpatizo con el estilo de gobernar de Nicolás Maduro, porque lo considero inmaduro, y porque lo percibo como un partidario fanático, capaz de llegar hasta el extremo con tal de no violentar los principios de su ídolo político Hugo Chávez, y  con tal de faltar a la sumisión y solidaridad con la que cree debe complacer a los líderes parlamentarios de su Gobierno.
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Maduro y Disdado Cabello, la yunta del chavismo en Venezuela
  No se sabe en el fondo,  quien tienen más poder de mando en Venezuela,  si Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, o el propio presidente constitucional Nicolás Maduro. Pero aclaremos este punto,  la situación reinante allí es  ese asunto  interno de los venezolanos que tienen un país libre e independiente, y que Nicolás Maduro, puede estar plagado de defectos humanos o de errores políticos, pero es el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.
  Entiendo y así lo entienden los periodistas inteligentes de nuestro continente, que si alguien ha cometido una falla grave en las relaciones diplomáticas y de buena vecindad entre Estados Unidos y Venezuela, ese es  el presidente Barack Obama, que actuó emocionalmente o inducido por intereses locales de Washington y la colmena de legisladores de La Florida de origen hispano que buscan el derrocamiento del gobierno legítimo de Venezuela y de su presidente Nicolás Maduro.
  El petróleo es el  protagonista del enfrentamiento  entre Washington-Caracas. Aunque la administración demócrata no haya dado a conocer el motivo  real del encono del presidente Obama con el gobierno de Venezuela, no hay que buscar otras causas que no sea la económica. Venezuela vende a Estados Unidos 800 mil barriles de petróleo diario, y en ese negocio hay gente poderosas de la industria estadounidense  que ganan o pierden mucho dinero, y que tienen sus inversiones e intereses en Venezuela, y que en este momento de congelación de nexos  ven amenazada su participación y su futuro, por ahí andan las cosas el lobbismo senatorial y las diligencias intrapartidarias están jugando un papel elemental en esta posición gubernamental norteamericana.
  Washington quiere seguir manillando el control de los pozos petroleros venezolanos y hacer que los precios fluctúen favorables a los inversionistas norteamericanos. Otra causa que incide entre las frívolas relaciones venezolanas con Estados Unidos es que hay demasiados multimillonarios venezolanos que se trasladaron a Estados Unidos y que quieren ver que desaparezca el chavismo con todos sus vestigios de gobernabilidad.
  La diáspora venezolana residente en Miami cree que con el dinero que poseen en los bancos estadounidenses pueden tumbar al gobierno de Nicolás Maduro, y que esa actitud se vea en el exterior como un triunfo de los opositores al chavismo que encarna Maduro y su equipo de Gobierno.
  Obama puso un huevo con las sanciones a Venezuela. Si el propósito del presidente Obama es doblegar a Venezuela y sacar de circulación al presidente Nicolás Maduro, tendrá que hacerlo usando el poder militar norteamericano o  una gestión diplomática más atinada, porque ni con castigando  a los funcionarios del gobierno de Maduro, ni dejando de comprarles el petróleo, va a lograr un cambio en el rumbo de la política exterior venezolana.
  Dos cosas olvidó Obama al denunciar la política chavista y presionar al presidente Nicolás Maduro. La primera, que América Latina está alineada y solidaria  con Venezuela, y la segunda,  que el mayor asesoramiento de Nicolás Maduro le llega desde La Habana. Y si alguien lo duda, sólo bastaría ver con la rapidez que Raúl Castro anunció su respaldo irrestricto a Venezuela y a su Gobierno, aún en medio de negociaciones diplomáticas para restablecer relaciones bilaterales entre Cuba y Washington.
  La administración demócrata  comienza a desgastarse en su segundo mandato. Y aparte de los conflictos internacionales con  los que tiene que lidiar: entre los que destacan: Irán, Irak, Israel, Estado Islámico, el escándalo de los correos electrónicos de Hilary Clinton, ahora se le  agrega el enfrentamiento con Venezuela, es cada vez más difícil salir airosamente de tantos y complejos conflictos con los que resolver o mediatizar.
  La OEA-UNASUR y la ONU pierden influencia y credibilidad internacional. Lo deseable hubiese sido que la Organización de Estados Americanos ( OEA) pudiese lidiar con el mal entendido entre Estados Unidos y Venezuela, pero este organismo hemisférico regional hace mucho tiempo que dejó de funcionar como una solución viable a los conflictos latinoamericanos o caribeños.
  Su papel de mediador y solucionador de conflictos cambió,  para convertirse en  un organismo amorfo, y más que una alianza de Naciones aparece en la actualidad como un club selecto de funcionarios privilegiados para que vivan como ricos acaudalados a costa de los países contribuyentes.
  La Unasur comenzó con buenos augurios y perspectivas prometedoras, pero parece que el barco naufragó antes de que emprendiera la excursión de la alianza latinoamericana del siglo XXI. En cuanto a las Naciones Unidas es un club de miembros distinguidos de la diplomacia mundial. En el siglo pasado juzgó un importante papel a favor de la Humanidad, pero en el presente siglo sus mandatos y recomendaciones,  las grandes potencias las echan al zafacón del olvido.
  En ese tenor podemos decir que tenemos un mundo desprotegido y carente de autoridad creíble y confiable. Pero si aparece alguien que no nos crea, sólo bastaría mencionar los casos de Ucrania. Siria, Irak, Irán, Israel y Palestina, También agregar el reciente caso de Venezuela, a la que Estados Unidos en la persona de su presidente Barack Oama termina de endilgarle la supuesta peligrosidad de esa nación andina para la seguridad nacional estadounidense.
  Cualquiera que reflexione sobre las palabras del presidente Obama contra Venezuela y su Gobierno, podría pensar que Venezuela dispone de una súper capacidad militar capaz de competir con la nación más poderosa del mundo. O que quizás cuenta con el apoyo de una fuerza especial extraterrestre que pueda medir fuerza con las tropas y armamentismo estadounidense.
  Definitivamente,  mirando el panorama con una óptica realista tenemos que convenir  que vivimos en un mundo volátil, explosivo y peligroso, Los dirigentes actuales parecen no sentar cabeza y medir las consecuencias de un enfrentamiento bélico a gran escala. Por hoy nos quedamos ofreciendo respaldo moral y solidaridad con Venezuela, es cierto,  que el gobernante venezolano no es santo de nuestra devoción,  pero América Latina, en su conjunto y Venezuela es parte de ella,  merecen respeto de cualquier potencia o gobierno extranjero.@

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