La Matralleta de Don Godo
Por Luis Godofredo Pichardo/Editor del Servicio
Panamericano de Noticias/Revistas Nuevo Mundo & Ventana Católica
La diplomacia norteamericana naufraga en
Venezuela
Como
comunicador social siempre he sido respetuoso con el derecho que atañe a todo
gobernante en el manejo de sus relaciones internacionales. De igual manera en
su desempeño como administrador de las cosas públicas, pero cuando a un
gobernante se le sube la sangre a la cabeza y no piensa en las consecuencias de
sus actitudes y decisiones hay que reflexionar sobre su estilo de gobernar.
Barack Obama,
presidente de los Estados Unidos termina de conminar al Estado venezolano para
que se someta a las directrices y mandatos de la política exterior
estadounidense. Impuso sanciones económicas a siete funcionarios y declaró que
Venezuela era un peligro para la seguridad nacional norteamericana, y aquí debo
de preguntar, de cuál seguridad nacional se trata… de la de los inversionistas
petroleros norteamericanos, las de los multimillonarios venezolanos radicados
en Estados Unidos o la de los intereses
directos de Washington en Venezuela y el resto del continente, porque sería
ingenuo pensar que Obama se equivocó, o se dejó asesorar por un desquiciado.
Obama tiene en la mirilla a Venezuela |
Personalmente no
simpatizo con el estilo de gobernar de Nicolás Maduro, porque lo considero
inmaduro, y porque lo percibo como un partidario fanático, capaz de llegar hasta
el extremo con tal de no violentar los principios de su ídolo político Hugo
Chávez, y con tal de faltar a la
sumisión y solidaridad con la que cree debe complacer a los líderes
parlamentarios de su Gobierno.
Maduro y Disdado Cabello, la yunta del chavismo en Venezuela |
Entiendo y así lo
entienden los periodistas inteligentes de nuestro continente, que si alguien ha
cometido una falla grave en las relaciones diplomáticas y de buena vecindad
entre Estados Unidos y Venezuela, ese es
el presidente Barack Obama, que actuó emocionalmente o inducido por
intereses locales de Washington y la colmena de legisladores de La Florida de
origen hispano que buscan el derrocamiento del gobierno legítimo de Venezuela y
de su presidente Nicolás Maduro.
El petróleo es el protagonista del enfrentamiento entre Washington-Caracas. Aunque
la administración demócrata no haya dado a conocer el motivo real del encono del presidente Obama con el
gobierno de Venezuela, no hay que buscar otras causas que no sea la económica.
Venezuela vende a Estados Unidos 800 mil barriles de petróleo diario, y en ese
negocio hay gente poderosas de la industria estadounidense que ganan o pierden mucho dinero, y que tienen
sus inversiones e intereses en Venezuela, y que en este momento de congelación
de nexos ven amenazada su participación
y su futuro, por ahí andan las cosas el lobbismo senatorial y las diligencias intrapartidarias
están jugando un papel elemental en esta posición gubernamental norteamericana.
Washington quiere seguir manillando el
control de los pozos petroleros venezolanos y hacer que los precios fluctúen
favorables a los inversionistas norteamericanos. Otra causa que incide entre
las frívolas relaciones venezolanas con Estados Unidos es que hay demasiados
multimillonarios venezolanos que se trasladaron a Estados Unidos y que quieren
ver que desaparezca el chavismo con todos sus vestigios de gobernabilidad.
La diáspora
venezolana residente en Miami cree que con el dinero que poseen en los bancos
estadounidenses pueden tumbar al gobierno de Nicolás Maduro, y que esa actitud
se vea en el exterior como un triunfo de los opositores al chavismo que encarna
Maduro y su equipo de Gobierno.
Obama puso un huevo con las sanciones a Venezuela. Si
el propósito del presidente Obama es doblegar a Venezuela y sacar de
circulación al presidente Nicolás Maduro, tendrá que hacerlo usando el poder
militar norteamericano o una gestión
diplomática más atinada, porque ni con castigando a los funcionarios del gobierno de Maduro, ni
dejando de comprarles el petróleo, va a lograr un cambio en el rumbo de la
política exterior venezolana.
Dos cosas olvidó Obama al denunciar la
política chavista y presionar al presidente Nicolás Maduro. La primera, que
América Latina está alineada y solidaria con Venezuela, y la segunda, que el mayor asesoramiento de Nicolás Maduro
le llega desde La Habana. Y si alguien lo duda, sólo bastaría ver con la
rapidez que Raúl Castro anunció su respaldo irrestricto a Venezuela y a su
Gobierno, aún en medio de negociaciones diplomáticas para restablecer
relaciones bilaterales entre Cuba y Washington.
La administración
demócrata comienza a desgastarse en su
segundo mandato. Y aparte de los conflictos internacionales con los que tiene que lidiar: entre los que
destacan: Irán, Irak, Israel, Estado Islámico, el escándalo de los correos
electrónicos de Hilary Clinton, ahora se le agrega el enfrentamiento con Venezuela, es
cada vez más difícil salir airosamente de tantos y complejos conflictos con los
que resolver o mediatizar.
La OEA-UNASUR y
la ONU pierden influencia y credibilidad internacional. Lo
deseable hubiese sido que la Organización de Estados Americanos ( OEA) pudiese
lidiar con el mal entendido entre Estados Unidos y Venezuela, pero este
organismo hemisférico regional hace mucho tiempo que dejó de funcionar como una
solución viable a los conflictos latinoamericanos o caribeños.
Su papel de
mediador y solucionador de conflictos cambió,
para convertirse en un organismo
amorfo, y más que una alianza de Naciones aparece en la actualidad como un club
selecto de funcionarios privilegiados para que vivan como ricos acaudalados a
costa de los países contribuyentes.
La Unasur comenzó
con buenos augurios y perspectivas prometedoras, pero parece que el barco
naufragó antes de que emprendiera la excursión de la alianza latinoamericana
del siglo XXI. En cuanto a las Naciones Unidas es un club de miembros
distinguidos de la diplomacia mundial. En el siglo pasado juzgó un importante
papel a favor de la Humanidad, pero en el presente siglo sus mandatos y
recomendaciones, las grandes potencias
las echan al zafacón del olvido.
En ese tenor
podemos decir que tenemos un mundo desprotegido y carente de autoridad creíble
y confiable. Pero si aparece alguien que no nos crea, sólo bastaría mencionar
los casos de Ucrania. Siria, Irak, Irán, Israel y Palestina, También agregar el
reciente caso de Venezuela, a la que Estados Unidos en la persona de su
presidente Barack Oama termina de endilgarle la supuesta peligrosidad de esa
nación andina para la seguridad nacional estadounidense.
Cualquiera que
reflexione sobre las palabras del presidente Obama contra Venezuela y su
Gobierno, podría pensar que Venezuela dispone de una súper capacidad militar
capaz de competir con la nación más poderosa del mundo. O que quizás cuenta con
el apoyo de una fuerza especial extraterrestre que pueda medir fuerza con las
tropas y armamentismo estadounidense.
Definitivamente, mirando el panorama con una óptica realista
tenemos que convenir que vivimos en un
mundo volátil, explosivo y peligroso, Los dirigentes actuales parecen no sentar
cabeza y medir las consecuencias de un enfrentamiento bélico a gran escala. Por
hoy nos quedamos ofreciendo respaldo moral y solidaridad con Venezuela, es
cierto, que el gobernante venezolano no
es santo de nuestra devoción, pero
América Latina, en su conjunto y Venezuela es parte de ella, merecen respeto de cualquier potencia o
gobierno extranjero.@
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