No hay que explicar nada...todo está en perspectiva |
Escrito por Sebastián
Gutiérrez
Esta Columna recoge el
diario vivir de los ciudadanos del mundo sin temor ni favor…publicamos
historias verídicas, aunque omitimos nombres que puedan dañar reputaciones.
El
ejercicio negativo del narcisismo. Conozco el caso un periodista que sufre del síndrome de
narcisismo agudo. A su alrededor todo lo
dimensiona y se cree mejor que todo lo que fluye cercano a su vida.
En materia de estudios, sueña con ser
profesional con experiencia en materias que
él no domina ni la ha estudiado nunca. Los títulos universitarios lo
pernean a un nivel que se ha hecho
acreedor de uno o dos de los que en la actualidad se expiden al vapor, por
instituciones académicas sin prestigio y sin relevancia social o académica, ni
reconocimiento nacional o internacional.
En su
ejercicio profesional se cree el
mejor y, no permite que se le haga
competencia de ningún género, se gusta a sí mismo y mide la capacidad de los
demás desde su punto de vista narcisista.
Como todo narcisista es un rebuscador de
palabras, y en las discusiones, prefiere dañar al interlocutor, que darle la
razón.
En sus aspiraciones y proyecciones de
grandeza no repara en ofender a quienes comparten con él, y es un soñador
empedernido que aspira riquezas que nunca ha tenido, pero que tampoco tiene
posibilidad de crearlas a su alrededor, al menos por el momento y en las
condiciones actuales.
En las conquistas amorosas se cree un Don
Juan, aspira y lo manifiesta públicamente que espera y sueña por una voluptuosa mujer que él simpáticamente llama “
la megadiva”, pero el personaje que describo no le gusta invertir dinero ni
tampoco lo posee, para sustentar una conquista de tal naturaleza.
El amor y placer cuesata caro, pero para disfrutarlo hay que invertir |
Esto último parece una blasfemia contra Dios,
pero el narcisista no lo ve así, más bien lo considera y lo entiende como un
elogio familiar. En otra ocasión exaltó tanto la figura de un prestamista amigo
suyo, que sostuvo que su riqueza era muy bien habida, y que prestar no era un
delito, lo hacen los bancos, dijo, y a los banqueros nadie le reclama ni les
llama ladrones, y esto último es cierto, los banqueros son como los abogados
tienen libertad para robar, engatusar y salen más regenerados en cada ocasión
de litigios que la vez anterior.
Dejemos hasta aquí el retrato hablado de un
colega que busca su megadiva, y vamos a desearles suerte y que encuentre su
media naranja, eso sí, si la encuentra, tiene que ser joven para viejo, rica
para pobre, y sumisa y obediente para rabioso, prepotente y medio malcriado, si
reúne esas condiciones podrá entrar por la puerta del frente a la Corte del
Cortesano. Aclaración nuestro personaje es ficticio y nada de serio en la vida
real, cualquier parecido, no es culpa del columnista.@
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