Los temores de la soledad
presidencial
La política es la ciencia de
la estrategia y convierte a personas tímidas en creadores y hacedoras de
situaciones que nunca pensaron que podían producir, alrededor de su personalidad y existencia.
Pero cada político neófito o
profesional, en el ejercicio del poder, se engrandece, en el momento en que su liderazgo cruza el umbral de lo
pequeño hacia la meta del populismo masivo.
Así encontramos en el campo
de la política y a los profesionales de esa disciplina, en diversas actitudes de comportamiento.
Cuando comienza la búsqueda
del poder político y el liderazgo de las aspiraciones, es cuando, se desarrollan las actitudes e iniciativas
que conducen a alcanzan las metas de popularidad y dimensión de su propio
liderazgo.
Esa etapa primaria es emotiva y sirve como globo de ensayo para
el político bisoño que aspira a un cargo electivo municipal, legislativo o
presidencial. Pero es al mismo tiempo que desde esa plataforma, es desde donde
se puede aspirar a la presidencia de la República y por demás desde donde, se puede llegar al solio presidencial.
Los dos de izquierda a derecha le echaron
jabón al sancocho del PLD y fueron derrotados.
Tanto Danilo Medina, como Leonel Fernández, cargan
con la responsabilidad de la vergonsoa derrota oficial
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La mayor emoción de un
político activo es lanzarse a una campaña presidencial, sobre todo, si es
popular y atractivo al colectivo electoral. Cuando un político gana unos
comicios presidenciales por primera vez,
es como alcanzar la cima del cielo, y
con sobrada razón, porque la gobernabilidad no es tarea para improvisados.
Cuando llega la transición, y el momento del traspaso del poder, el
presidente saliente comienza a sentir la soledad del poder y el alejamiento de
sus allegados. Entra en un período de
ansiedad y enclaustramiento, producido por el alejamiento del poder, a la inversa, al que comienza la
gobernabilidad que ni siquiera sabe lo
que le espera, porque no cuenta con experiencia administrativa, por lo que su primera tarea podría resultar frustrante.
Luis Rodolfo Abinadel Corona, presidente
constitucional a partir del 16 de agosto, un gobierno
prometedor, porque no está contaminado con la corrupción la permibilidad
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Se acostumbra que a cada
gobernante nuevo se le den 100 días en lo que aprende el tejemaneje
administrativo, en el caso del nuevo presidente dominicano que asumirá el poder
el próximo 16 de agosto, habrá que darle
de 60 a 90 días porque va a recibir una administración con pocos recursos y
muchos problemas, la pandemia del coronavirus en pleno apogeo y una profunda
crisis económica.
En esa situación el nuevo
incumbente presidencial, el licenciado Luis Rodolfo Abinadel Corona, se diferencia de Danilo Medina Sánchez,
presidente saliente, que recibió la administración en el 2016 con un superávit altísimo.
La transición presidencial
es traumatizante para el gobernante que
sale por la soledad y el abandono de sus mejores amigos y colaboradores, y para
el que se estrena que no sabe a ciencia cierta qué es lo que le espera y va a encontrar tiene que ingeniárselas para su consolidación
como gobernante. (PNS Noticias.Com@gmail.com).
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