Los tres pescadores dominicanos que desafiaron
el Mar Caribe en la bahía de Montecristi..pero lo pagaron con la muerte
Reportaje de Diario Digital
PNS Noticias/LGP
Familiares, amigos y relacionados de Deivis Peralta en novenario de su partida. |
Hoy domingo fue el último novenario de Deivis
Peralta, el joven santiagués que perdió la vida en un torbellino marítimo, cercano
a la Bahía de Montecristi, el pescador aficionado contaba con 38 años de edad,
con un futuro comercial promisorio, y deja en la orfandad a cinco hijos y
devastadas a las madres de sus vástagos.
Los náufragos de Santiago y Montecristi,
salieron de pesca sábado por la noche,
cuando el mar estaba enfurecido por un mal tiempo, pero salieron sin permiso de
las autoridades portuarias, y el único testigo viviente asegura que el motor de la lancha estaba
defectuoso, pero que el capitán Palomino, dijo que no era nada importante y que
por eso se embarcaron en la oscuridad de la noche, pero que ya en mar afuera
los embastes del fuerte viento y los altos oleajes, comenzaron a zarandear la
embarcación y se cayó todo lo que estaba adherido a la embarcación. Se
amarraron, pero el impacto de las olas y el viento lo lanzaron al agua, donde
tiburones grandes y pequeños le rodeaban
Negligencia y dejadez. Se ha informado
que las precariedades de las autoridades marítimas en Montecristi son tan
amplias que no ‘pueden ofrecer auxilio a ningún navegante en peligro. También
se comenta que la falta de dinero y disposición familiar impidió que se
encontrara a los náufragos con vida.
Al fondo al lado de un altar con una foto de Daivis aparece su hermano Joan, como quien dice todavía te sigo cuidando |
Parientes de Peralta lamentan su deceso y están
convencidos de que si había habido interés de parte de Joan, hermano de Deivis, que contaba con recursos económicos a lo
mejor se había evitado su muerte extemporánea. Los pormenores de la tragedia lo
narró desde su lecho clínico Andrés Marte, amigo de Deivis y de quien se hizo acompañar en la travesía de la
muerte.
El sobreviviente Andrés
Marte, es quien se ha encargado de narrar paso a paso la tragedia desde la cama del hospital donde se
recupera de quemaduras del sol y el agua salada.
Mártires Palomino, era el capitán de la
frágil embarcación que zozobró, los que les conocieron testimonian que era un
veterano de la pesca y un tigre de mar. Pero esta vez no tuvo suerte, el mar se
lo tragó. No aparece por ninguna parte, y los expertos en rescate dudan que
después de 15 días de su naufragio, éste aparezca con vida, y como decía una
vieja parlanchina en los rezos de nueve días de Deivis, a ese se lo tragó el
mar…se lo comieron los tiburones.
Otra mujer, que comentaba la tragedia y la suerte de su
sobrina (mujer de Deivis), comentaba detalladamente la existencia de las
relaciones de pareja entre su sobrina y el desdichado difunto, pero como quien
se confiesa conforme con el presente dijo- Ya Andrés Marte (el sobreviviente), dijo todo lo
que vio, los tiburones grandes no le hacían caso a los náufragos en el agua,
pero los chiquitos sí, esos picaban, picaban y volvían a picar.
La historia de los tres náufragos que
zozobraron en Montecristi y aparecieron dos de ellos en Cabo Haitiano, termina
con el novenario de Deivis, con las historias noveladas de Andrés, y con el
recuerdo del capitán Mártires Palomino, a quien el mar devoró . Estuvimos
presente en la ceremonia de despedida de los nueve días, la (Vela…), como llaman los
parientes del muerto a ese novenario, en los barrios marginados de nuestra sociedad, muchas personas
compungidas, muchos comentarios al margen y muchos cuchicheos familiar.
Por lo bajo se discutía la posibilidad de que
un hermano del fallecido, quien fungió en vida de Deivis como su administrador,
se apoderara de todos sus bienes. Los investigadores fortuitos, que los hay en
todos los barrios y en todas las sociedades, comentaban que Deivis dejó una
pequeña fortuna, pero que su hermano Joan, quien es el administrador, asegura
que el extinto estaba quebrado, y que lo poco le queda le pertenece a él, como socio.
Algunos de los familiares del extinto,
afirman que Joan fue negligente, que no quiso aportar dinero en el momento en
que se creía que su hermano continuaba con vida, alegó que tenía un pariente de
la familia en una clínica en Santiago o lo iban a internar y por eso no podía seguir en
Montecristi, junto a los desesperados, familiares, amigos, y relacionados de Deivis, que estaban dispuestos
a lanzar una intensa búsqueda final en la superficie
marina y en el fondo del mar.
Aunque nadie de la familia ha enfrentado al
administrador de los bienes de Daivis, el día del novenario final, lo
contemplamos junto a un altar improvisado que exhibía una foto del occiso y
como si estuviera cuidando los bienes del difunto en el mundo real, no se movía de un asiento, junto a un niño que
jugueteaba a su alrededor.
Observamos en el entorno donde se celebró la
ceremonia final, a una joven mujer, de quien se nos dijo que era la mujer del
occiso, y madre de su última hija, compungida, preocupada, trataba de ayudar en
la acomodación de los que estaban llegando puntualmente, antes de la doce del
mediodía del domingo, para que no se fuera a pasar la hora del moro, que por
cierto lo brindaron en abundancia.
Vimos a algunos parroquianos que salían con
dos y tres envases plásticos repletos de alimentos. Nuestra historia termina
aquí y dejamos constancia de que no conversamos con familiares o parientes de los
náufragos, sino que recogimos del ambiente, los comentarios que estamos
publicando, y que parte de ellos ya son del dominio público.@
No hay comentarios:
Publicar un comentario