UNA CONCEPCIÓN DE LA  SEXUALIDAD HUMANA QUE DIFICULTA LA  REALIZACIÓN DE LA PERSONA Y SU   PERFECCIÓN CRISTIANA.
El título de esta sombra de la doctrina oficial católica acerca de la sexualidad humana me parece tan severo, que de entrada  pienso que exigiría un tratamiento por lo menos , sabio, bien fundamentado,  detenido y acorde con el marco del pensamiento cristiano relativo a la persona; a pesar de que considero, por razones que no es necesario explicar , que ninguna de estas condiciones pueden estar presentes en un ámbito como éste, no desisto de llevarlo a cabo, porque además de no disponer de un ámbito mejor, considero que   la responsabilidad que pudiera tener estaría justificada  por la facilidad con que podrá ser rebatido.
CON EL CORAZÓN EN LAS MANOS.
La idea central de la enseñanza católica es que la sexualidad humana es una realidad que  tiene una finalidad asignada por la naturaleza, muy concreta, cual es la conservación de la especie, es decir la procreación humana, como consecuencia de esta idea  la virtud de la castidad es la única que entra en juego en todo lo referente al  uso de la sexualidad, pues ésta es una  fuerza que es necesario contener.
UNA SEXUALIDAD CENTRADA EN LA PROCREACIÓN.
Esta idea ha configurado  en el catolicismo todo lo relativo a la sexualidad humana tanto desde un punto de vista antropológico, como desde el punto de vista ético, así  como de la perspectiva de la perfección cristiana, con hondas repercusiones en la cultura, vida familiar y social.
PÁGINA DE UN LIBRO PENITENCIAL.
Tal idea se ha venido transmitiendo a través de los siglos hasta nuestros días, un recorrido por la historia de la moral sexual nos daría como resultado algo muy similar a lo que recogen los Libros penitenciales cuando la administración del sacramento de la penitencia se hizo individual y con la aplicación de la llamada penitencia tarifada en  un periodo que va desde el año 600 al 1200 y que podríamos sintetizar en los siguientes puntos:
1.- Tanto para los padres de la Iglesia , como para  los autores de los Libros Penitenciales todas las pràcticas sexuales, es decir aquellas que produzcan un placer venéreo directamente intentado, bien sea de forma solitaria, o con otra persona, habidas fuera del matrimonio son siempre gravemente inmorales.
2.-Los actos conyugales  son únicamente aceptables entre los matrimonios y a su vez si existe una posibilidad de procreación efectiva en cada una de las relaciones.
3.-Las relaciones sexuales en el matrimonio son ilegítimas para aquellas personas casadas que por las razones que sean  son incapaces de procrear
4.- Son asimismo inmorales las relaciones sexuales en el matrimonio sin intención expresa de procreación.
5.- La sexualidad no puede considerarse como una realidad capaz de ser portadora de valores humanos y religiosos.
Referimos algunos autores  que corroboren la síntesis anterior.
Tertuliano llega a considerar las relaciones conyugales como algo repugnante, aunque las acepta pues son necesarias para la conservación de la raza humana ( Cf. De exortatione castitatis: PL 2, 924-925.)
SAN JERÓNIMO ASCETA Y ESCRITOR.CARAVAGGIO
Para san Jerónimo, el uso del matrimonio no es una falta, sino más bien un estorbo para la oración.
San Agustín en su obra de bono conyugali expresa su doctrina sobre el acto conjugal : sólo el fin de la procreación hace que el acto conyugal no sea pecado, sino que sea un acto legítimo; sin embargo, el vínculo del matrimonio no puede romperse aun cuando los esposos no logren ese fin ( Cf. De Bono Conyugali PL. 40, 377)
Si avanzamos un poco más en el tiempo nos encontramos con el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, una autoridad cuyos escritos sirvieron de base para la publicación de numerosos Comentarios a sus obras.  En el Libro IV de las Sentencias recoge la tradición anterior y expone las bases de una teología sobre el matrimonio.
DANTE Y BEATRIZ ACOMPAÑADOS DE VARIOS TEÓLOGOS ENTRE ELLOS PEDRO LOMBARDO.
La relaciones conyugales se justifican por “el afecto conyugal”, aun sin intención formal de tener hijos. Antes de la caída , la unión sexual hubiera sido lícita y buena; después de la caída, a esta unión le acompaña la concupiscencia, y por lo tanto es culpable, a no ser que se dé la excusa de los bienes del matrimonio.
La doctrina de Pedro Lombardo influyó sobre canonistas y teólogos que sostienen que el acto conyugal no puede nunca llevarse a cabo sin pecado, únicamente el fin de la procreación lo hace justificable como un mal menor. La expresión posiblemente máschocante acerca de la maldad del acto conyugal es la que hace un autor, cuando afirma que “durante la  realización del acto conyugal  el hombre pierde su capacidad intelectual.”
PEDRO LOMBARDO.
Esta visión doctrinal de la sexualidad humana se ve corroborada por un conjunto de prácticas que expresan mejor que las teorías la idea negativa de la sexualidad humana.
La primera de estas prácticas es la valoración que  la virginidad tiene sobre el matrimonio, a pesar de que  el matrimonio es un sacramento. La virginidad es como el gran testimonio de la caridad, junto con el martirio, el ideal de la vida cristiana en esta última etapa de la historia de la salvación. Muchos son los padres que  escribieron tratados completos  sobre este tema cristiano, la virginidad: Tertuliano, san Cipriano, san Metodio, san Atanasio, san Basilio, san Gregorio de Nisa, san Juan Crisóstomo, san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín y otros muchos.
Esta valoración se manifiesta en el desarrollo del monacato tanto masculino como femenino, en el posterior nacimiento  de las órdenes religiosas, en la aparición de formas de vivir  la virginidad  distintas de la de los monjes, monjas, religiosos y religiosas, en las recogidas, las enclaustradas,  en las que hacen de su casa un monasterio etc.etc.
Uno de los datos más significativos de la visión negativa de la sexualidad, al menos con relación a la virginidad, es la ausencia prácticamente total de santos y santas casados, canonizados y propuestos como ejemplares de la vida cristiana,  una realidad tanto más grave cuanto que la mayor parte de los bautizados son personas casadas;  la consecuencia más leve de esta práctica es que el matrimonio en cuanto tal, no es  visto ni por la autoridad de la Iglesia, ni por  los cristianos como un camino y un medio   de perfección cristiana.