La Metralleta de Don Godo
Por Luis Godofredo Pichardo/
Editor del Servicio Panamericano de Noticias
El PRM debe ganar las elecciones dominicanas en el 2016
para que se fortalezca la democracia dominicana
Hay que desterrar el deísmo político oficial
y buscar la formación de una alianza electoral idónea, capaz, de frenar la euforia, el abuso de poder y
eliminar la dinastía en que se ha convertido el partido del PLD. 16 años en el
poder bastan para demostrar su incapacidad gubernamental.
Para que la
democracia dominicana se consolide y se retorne al sistema de la alternabilidad
partidaria es necesario que se cree un potencial movimiento opositor que esté
encabezado por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y por las demás fuerzas
políticas y democráticas del país. Hay
que echar del poder al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y a su cáfila
dirigencial,
El PLD ha llegado
demasiado lejos en materia de corrupción, permisibilidad interna y
endiosamiento personal. Solamente con un frente electoral nacional potente, que
sea capaz de sepultar las aspiraciones presidenciales del PLD, se puede
reencauzar nuevamente la modalidad alterna entre partidos disímiles de ideas y
procedimientos conductuales.
Como periodista
independiente que he tratado de ser durante mi trayectoria en el oficio de 54
años (1961--2015) he buscado el consenso
entre los lectores y me he colocado al lado de lo que creo es lo más digno y
conveniente para nuestra sociedad y para el desarrollo de nuestra Nación, y hoy
pienso que ha llegado la hora de colocarme al lado de ese movimiento político si surge, como un
ciudadano más, sin esperar recompensas ni canonjías.
Viví y sufrí superficialmente los efectos de
la tiranía trujillista, dictadura unipersonal que encabezó Rafael Leónidas
Trujillo Molina, un férreo dictador y político sanguinario, y en su época creía,
que el mundo giraba a su alrededor y que
no existía otro modelo de gobernabilidad.
Pero gracias a Dios que pude disfrutar del
clarinazo libertario aquel del 30 de
mayo de 1961. No acostumbro a celebrar
ni a justificar la muerte de ningún ser humano, y menos en las circunstancias en
que murió el generalísimo Trujillo, acribillado por las balas de sus
principales colaboradores. Pero en esa ocasión, como la mayoría de los
dominicanos celebré el ajusticiamiento,
contribuyendo a la destrucción de los
vestigios de la tiranía esclavista y criminal.
Fue un nuevo y excelente amanecer libertario
después de ese fatídico 30 de mayo, que todavía 54 años después, seguimos disfrutando con la democracia representativa que logramos establecer,, con muchos defectos y
debilidades, pero consagrando la libertad política individual, la libertad de
asociación y sobre todo, el establecimiento de un modelo partidario, que con
sus defectos también, nos ha permitido vivir en paz, salvo el período fatídico
de la intervención norteamericana de 1965, que malogró una iniciativa del retorno a la constitucionalidad, que emprendió el pueblo dominicano, justamente
para preservar su libertad y dignidad que la había perdido después del golpe de
Estado del 25 de septiembre de 1963 al presidente Juan Bosch.
Pero la Revolución de 1965 dejó un legado de
patriotismo, de valentía y nacionalidad. Se cometieron errores en el transcurso de la contienda, pero
los dominicanos demostramos unidad y hermandad,
que todavía persiste en la memoria de los hombres y mujeres que lucharon
en el escenario de la guerra Patria.
Obviando un poco la historia contemporánea
reciente, y adéntrennos en el presente,
es necesario que el sistema político dominicano gire alrededor de un cambio de
mando gerencial y de gobernabilidad. El continuismo
gubernamental representado en un solo partido político, nunca ha sido saludable
dentro del sistema democrático representativo.
El Partido de la Liberación Dominicana (PLD)
lleva quince años en el poder y no se
percibe una sola reforma social que amerite que se tome en cuenta o se destaque
en los medios de comunicación social. Si se fuera a destacar lo más impactante
que ha realizado el PLD desde el Gobierno y en la administración del Estado
dominicano, tendría que ser el nivel de corrupción y podredumbre que sale desde
el mismo Palacio Nacional, sede del Gobierno, allí todo se vende y todo se compra, se negocian las conductas humanas, como si se
tratara de una venta común y corriente de cualquier artículo de consumo masivo.
Debido al deterioro de la institucionalidad de
los partidos políticos en la República Dominicana, y habiendo desaparecido los tradicionales, como opción de poder, debe y tiene que surgir
un frente opositor que restaure la confianza de los electores y que se vuelva a
creer en la democracia partidaria o partidista,
pero con alternabilidad, que un solo partido no se erija en la salvaguarda de la ciudadanía.
El partido que puede lograr ese objetivo en los comicios venideros es el PRM, por su
filosofía democrática, participativa y alterna, por la calidad de los hombres y mujeres que militan en esa
organización, que en su mayoría son los genuinos perredeístas tradicionales que
han participado de diversas contiendas electorales y han salido victoriosos.
Pero el factor más
importante y convincente, para que el Partido Revolucionario Mayoritario escale
el poder, es su candidato presidencial, el economista Luis Abinadel, un joven
político que todavía no ha sido salpicado por la inmundicia palaciega, nadie
puede enrostrarle mala administración, porque no ha sido gobernante, ni de acusarle de corrupción, porque no ha
estado al frente de la administración pública.
Por las condiciones humanas del economista
Abinadel y por la buena imagen que proyecta en todo el país el Partido
Revolucionario Moderno (PRM) entiendo, en mi capacidad de hacedor de opinión pública, que la única opción viable y única
oportunidad es, que todas las fuerzas políticas de la Nación dominicana
se unan en solo núcleo alrededor del proyecto político del PRM y su
joven y prometedor candidato, Dr. Luis Abinadel@
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