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Luis Godofredo Pichardo
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jueves, 24 de enero de 2013

La Matralleta de Don Godo




Columna escrita por Luis Godofredo
Facciones del PRD dividen al partido blanco
  El pasado martes 22 de enero del 2013 se consumó una nueva división del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en su larga e Histórica lucha por la democracia y la gobernabilidad en la República Dominicana.
  Esta vez la mal querencia y el abuso de poder sellaron la división entre el PRD histórico y el nuevo partido que aspira crear la tendencia que dirige Miguel Vargas Maldonado.
  El forcejeo por el poder ha sido el combustible que ha encendido la mecha del fuego devorador de una mística política que ha servido de escuela de democracia y ejemplos de de unidad nacional y patriótica.
  En el pasado, los protagonistas de estas divisiones fueron los propios dirigentes  y fundadores del partido del “jacho prendió”, que envueltos y abanderados de sed de poder, de envidia, intrigas y conspiraciones lograron sus macabros propósitos.
  Los dirigentes más relevantes de esas luchas internas del pasado fueron entre otros: El profesor Juan Bosch, Juan Isidro Jiménez Grullón, Ángel Miolán, Thelma Frías, José Francisco Peña Gómez y otros dirigentes de la época que aspiraban a la presidencia de la República.
  El PRD es un partido democrático, pero caudillista, al igual que el resto de los partidos dominicanos, en el PRD, el principal caudillo lo fue Juan Bosch, hasta que la muerte lo sorprendió, igual que Joaquín Amparo Balaguer, como líder del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), pero el caudillismo de Bosch se extendió más allá del perredeísmo.
  Al fundar al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en 1973, lo hizo consciente de que iba a ser el caudillo de esa formación política  hasta su muerte y lo fue, aunque al final tuvo un liderazgo debilitado y con escasa autoridad.
  Pero este fenómeno partidario parece extenderse por todo el planeta terráqueo, donde quiera que hay democracia existe un sistema bipartidista que se reparte el poder periódicamente. Lo podemos observar en Estados Unidos, la democracia más vieja del mundo, dos partidos mantienen el poder político y hegemónico del país, el Republicano y el Demócrata.
  En América Latina, ocurre algo similar, aunque con algunas variaciones, pero lo que este caudillismo partidista universal  no acepta es el crecimiento de los partidos pequeños, que son más tolerantes y democráticos, por ser más pequeños, pero no porque dejen de tener las mismas aspiraciones de los grandes partidos. Así es el mundo político en que vivimos, y parece que es la tendencia que se va ha seguir en el siglo XXI.
  Con un devenir histórico como el que han ido marcando los partidos políticos en América Latina, El Caribe y en la mayor parte del mundo, es difícil construir democracias estables y economías prósperas. Ejemplo,  el caso de República Dominicana en los últimos siglos: Los gobiernos republicanos y epopéyicos de la época de la Independencia,  (en 1844), inestables, débiles y oligárquicos, esto sin incluir el flagelo de la colonización, o de la invasión haitiana de 1822.
  Pero corriendo el velo del tiempo,  y transfiriéndonos al siglo veinte, con gobiernos como los del General Ulises Hereaux, Horacio Vásquez, Rafael Estrella Ureña, Espaillat, Ramón Cáceres y otros efímeros de principios del siglo pasado  no  se puede construir una democracia estable y duradera.
  Como consecuencia de ese devenir histórico muy ambivalente por cierto, nos cayó encima la férrea dictadura trujillista de 31 años, que diezmó la juventud dominicana, atrasó el país por muchos años y desterró la democracia.
  Así transcurrió el siglo pasado, pero cuando en 1961 se eliminó físicamente a Rafael Leónidas Trujillo, los dominicanos pudimos ver una luz al final del túnel, una esperanza, y un nuevo horizonte.
  Pero  fue en esa época  cuando comenzó la rebatiña en el PRD, una convención democrática eligió a  los candidatos presidenciales, la cual  recayó en la persona de Juan Bosch y Buena Ventura Báez.  Bosch, que terminaba de regresar del exilio en Cuba, impuso su liderazgo caudillista, y amenazó con abandonar la candidatura presidencial, si no se le permitía cambiar a su compañero de boleta,  impuso su criterio y se fortaleció el caudillismo.
  Buena Ventura Báez, fue sustituido por el doctor Tamayo González.
  Hacemos este recuento histórico para que los jóvenes que militan en el PRD del presente,  no se asombren con la actitud caudillista de Miguel Vargas Maldonado, ni de Hipólito Mejía, la historia del partido blanco ha sido de  divisiones, malas querencias y encontronazos entre dirigentes y compañeros.
  Si mal lo está haciendo actualmente Vargas Maldonado, adueñándose de un partido que el no formó, que no adoctrinó, ni  contribuyó al  crecimiento de su militancia, es lo mismo que hace  Hipólto, el hecho de que el ex presidente haya sido dirigente y militante del PRD, no le autoriza,  ni le garantiza la propiedad del PRD, que es un patrimonio nacional y una herencia legítima de su militancia, por lo que se debe rechazar tajantemente esa inconducta de ambos.
  Lo correcto sería que estos dos  dirigentes se apartaran de la dirección del PRD y le dieran paso a una nueva generación de dirigentes y aspirantes  a la gobernabilidad, y ellos fungieran como asesores, si es que se necesita su presencia. @

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