La Metralleta de Don Godo en la tierra del Guárico: Mis estudios de reforma agraria en Venezuela (7)
La Metralleta de Don Godo en la
tierra del Guárico: Mis estudios de reforma agraria en Venezuela (7)
Por Luis Godofredo
Pichardo/Editor de PNS Noticias/Revista Nuevo Mundo & Revista Ventana
Católica/ Blogspot
El escudo de la provincia del Guárico |
Habíamos ido a estudiar reforma agraria, un
curso-seminario junto a decenas de estudiantes de varios países, fuimos convocados
por el Instituto Nacional de Capacitación y Educación (INCES) y viajamos a más de 400 kilómetros de
distancia de Caracas hasta la ciudad de
San Juan de los Morros, en el estado del
Guárico.
Ya instalado en la vieja escuela militar y
convertida en una institución educativa moderna, recibimos instrucciones
precisas, claras y contundentes, allí nos trataban con disciplina militar,
observar las reglas establecidas era una obligación para todos y cada uno de
los estudiantes.
Para dormir a las 9:p.m, para levantarnos a
las 5: a.m, inmediatamente al baño, terminado el aseo matutino, hacer la fila para desayunar, con bandeja en
mano, el que no estuviese en la fila no desayunaba.
Al toque de la ocho de la mañana a lo que
vinimos, a estudiar, en la primera fase, recibimos lecciones teóricas de las
distintas fases del sistema de producción agraria, sobre la productividad,
sobre clase de suelo y de semillas para germinar los frutos que producen las
cosechas.
El mapa del estado del Guárico. Una extensa región llanera en el centro de Venezuela |
Muchos cereales y frutas por la mañana, al
mediodía, un menú criollo, a la venezolana, arroz, habichuelas y carne,
acompañada de una variada ensalada y un buen postre.
Pero el principal problema consistía en que
utilizaban azúcar blanca, o refina para rociar las caraotas (habichuelas
negras) la carne, y las frutas, personalmente, estos mangares al paladar a mí me gustan al
natural, pero allí no se podían violentar los reglamentos, y ingería o no
ingería el plato del día, o te quedaba sin comer.
Consciente de que no estaba ni en mi casa, ni en un hotel, rápido, tuve que acostumbrarme
y posteriormente terminó gustándome el sazón y los condimentos que se agregan
al menú de la dieta diaria de la región llanera venezolana
La enfermería o dispensario médico.
Regularmente íbamos a chequearnos a la enfermería, como le llamaban en el centro educativo, y el
personal era reducido, pero muy eficiente, gracias a Dios yo no me enfermé durante
mi estadía en la ciudad de Los Morros, pero me gustaba ir a la Enfermería, porque
había contactado con la enfermera, una joven elegante, hermosa y bonita. Me
gustaba y cuando teníamos tiempo conversábamos.
Le propuse entablar una relación sentimental
y me dijo que con mucho gusto, pero que debía casarme con ella, ahí culminó la
iniciativa, yo estaba casado, y muy comprometido para la época.
René y las pequeñas víboras. La región donde nos
encontrábamos era prolífera en reptiles venenosos y desde el primer día se nos
advirtió de la peligrosidad de las cascabeles que podrían sorprendernos en
cualquier momento.
Terminado el proceso teórico del curso de
reforma agraria, comenzamos la visita de campo a las plantaciones de arroz de diversas
variedades, y se nos explicaba detalladamente todo el proceso desde su etapa
inicial hasta que culminar con la cosecha.
En una de esas visitas y ya de regreso al
centro educativo venimos caminando por la vía correspondiente hacia el
Instituto, y de repente, una culebrita entre verde y amarillenta saltó delante
de nosotros, la impresión y el impacto que causó a René lo hizo entrar en
pánico, al llegar, fueron con él a la
enfermería le dieron algún tranquilizador, el accidente fue en la mañana, pero
el amigo no pudo controlar el pánico y pidió que lo mandaran de regreso a Caracas,
después de la siete de la noche, salió con él uno de los profesores y lo llevó
de regreso a la pensión donde vivíamos en la Parroquia San José, allí nos encontramos a mi regreso y tuve que
narrarles el evento en más de una ocasión a los gallegos propietarios de la
residencia, por cierto que lo recuerdo con mucho cariño, con ellos aprendí a
degustar el caldo gallego en el menú de la dieta del día en abundancia y con
mucha calidad y variedad de la cocina española.
El resto de los estudiantes terminamos el
curso y no volvimos a tener experiencia con cascabeles venenosos, aunque sí n
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